Notes

LAS 4 TORRES
PKMN Goromoiz
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EN EL CAPÍTULO ANTERIOR...
Una vez que el rey Josefino y sus súbditos atravesaron el mar del Glaciar Inviernoeterno, llegaron, evidentemente, al caluroso mar de las Cumbres de Fuego. Ahí, un ''guéiser'' partió por la mitad el barco del rey y un calamar gigantesco se llevó a nuestros héroes hacia una cueva submarina. Ahí, Rito acabó con la vida del calamar cuando le lanzó una carta de As de Picas en el entrecejo del calamar... Y, después, siguieron su camino en un camino subterráneo desconocido.
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CAPÍTULO 13: EL CAMINO SUBTERRÁNEO DE LAS ISLAS TEMPESTUOSAS


El rey y sus súbditos siguieron aquel camino subterráneo mal iluminado. Era oscuro, pero por unos cristales azules brillantes, pudieron seguir el camino bien, pero no tan cómodamente. Lealusfielus, al fijarse en esos supuestos cristales azules brillantes, descubrió que era aguamarina. Entonces, cogió una muestra y se la enseñó al rey. Rito, asombrado por lo que vio, se quedó con la boca abierta y empezó a mover los brazos abajo y arriba mientras que insistía a que le dieran un poco de aguamarina a él... Y, obviamente, el egoísta del rey le dio una colleja en la nuca diciéndole que no.Rito se enfadó y empezó a gritar y su eco resonó por todo el camino subterráneo de la cueva. El rey le gritó... Y su eco también resonó por todo el camino subterráneo. Rito se lo tomó como un juego, se tranquilizó y empezó a gritar con todas sus fuerzas. Finalmente, llegaron al final de camino, sin ninguna interrupción, pero tuvieron que subir cuesta arriba por 30 minutos. Vieron el sol, unas palmeras, plataneros, etc... Todos se aliviaron al identificar aquel lugar: las Islas Tempestuosas. Uno de los siete soldados del rey observó unas huellas en el suelo y se lo dijo a todos señalándolas... Y, obviamente, las siguieron. Siguieron las huellas y llegaron hacia una pequeña aldea tropical. Los nativos les vieron y cogieron las lanzas de madera y corrieron hacia ellos: no fue una agradable bienvenida. De todos modos, sólo les amenazaron hasta que llegó el líder de los nativos. Les miró desde la lejanía y ordenó a los aldeanos a que les trajeran hasta su cueva, que era el hogar diferenciado del líder. Una vez que los aldeanos les trajeron bruscamente en la cueva, vieron cómo era el líder: llevaba una máscara marrón, una boca dibujada sin ninguna expresión y unos ojos pintados de color negro. Tan sólo llevaba un taparrabos y tenía todo el cuerpo pintado de azul, rojo, blanco, negro, verde, amarillo y naranja. Encendió una hoguera y empezó a hablar con un tono grave y amable:

-Saludos, extranjeros. ¿Qué os trae por aquí?

-Nada. Sólo estamos de paseo porque nos aburrimos-. Le explicó Rito.

-¡Calla, imbécil!-. Le regañó el rey-. Estamos aquí porque queremos destruir una torre llamada ''Tropium''.

-¿Tropium?-. Le preguntó el líder, que por cierto, se llamaba Soko-. ¿No querrás decir ''Islandum''?

-¡Pero en la carta pone Tropium!-. Intervino Lealusfielus.

-Déjame la carta un momento-. Le pidió Soko-. A ver... No... Está mal... Mirad...-. Acercó la carta hacia la hoguera cuidadosamente. El fuego de la hoguera iluminó, a lo que parecía ser, un mensaje oculto que indicaba, en realidad, el nombre de las 3 torres restantes-. Zangárd ocultó el nombre de las torres por razones que sólo sabía (y sabe) él... Pero como que murió, ya nunca más podremos volver a saber por qué ocultó el nombre real de las torres...

-¿Tú cómo sabes que quién es Zangárd?-. Intervino el rey.

-Mis antepasados le ayudaron en su búsqueda.

-¿Quién es Zangárd?-. Preguntó confuso Rito-. No me habéis explicado nada. Además, creí que el rey decía de broma lo de destruir torres.

-Zangárd fue un valeroso mago que salvó al mundo de la Gran Hecatombe Mundial destruyendo las 4 torres. Por cierto, ¿cómo habéis llegado hasta aquí, sanos y salvos?

-Fue éste niño el que nos salvó de un calamar gigante-. Dijeron a la vez los soldados.

-¿Tú?

-Sí.

-¿Cómo?

-Apostando.

-¿Con qué?

-Con su vida-. Respondió Rito con la misma sonrisa sádica que hizo al acabar con el calamar.

-¿Cómo?

-Jugando a las cartas.

-¿Y eso?

-Tenía el As de Picas.

-¿Y él?

-Ocho cartas.

-Los calamares no saben jugar a las cartas, apenas apuestan-. Le dijo Soko.

-Ya.

-¿Pues?

-Apostamos con la mirada.

-¿A sí?

-Sí.

-¿Cómo?

-Me intentó robar la carta de As de Picas.

-¿Cómo lo sabes?

-Mi hermana Rita me enseñó.

-¿Qué?

-A hablar y a apostar con cualquier ser.

-¿Hasta con un muerto?

-Tal vez.

Soko se quedó estupefacto, al igual que el rey y los demás. ''¿Por qué me suena ese niño?'', se preguntó Soko. No lograba comprender la situación, así que se puso a reflexionar. Después de 2 minutos, se levantó y el rey y sus súbditos también, y les acompañó a las afueras de la aldea. Una vez que estaban lejos de la aldea, Soko les guió hacia una cabaña blanca, pero con colores muy vivos.

-Llevad al niño ahí.

-¿Por qué?-. Le preguntó el rey Josefino-. No llevaremos a Rito a ninguna parte.

-Ah, se refería a mí, jajajaja-. Exclamó Rito poniéndose rojo, y, señalando a Lealusfielus dijo-: Yo creí que se refería a ese gafotas con corbata de ahí, jajaja.

-¡No tiene gracia!

-Seguid mis órdenes y llegaréis hacia la torre que buscáis.

El rey acompañó a Rito hacia aquella cabaña. Miró atrás y no volvió a ver a Soko. ''Pero será...'', pensó furioso. Lealusfielus corrió hacia la cabaña y llamó a la puerta golpeándola ligeramente. La puerta se abrió de par en par y pudieron observar a un anciano ciego de espaldas sentado en su silla con una baraja de cartas en su mesa.

-¿Quiénes sois?-. Les preguntó sin girarse.

-Hemos venido a enseñarle a Rito, por parte de Soko-. Le dijo el tercer soldado del rey-. Rito es este niño.

-¡Soy yo! Wiiiiiiiiiii-. Al decir, eso, Rito corrió hacia el anciano ciego y se sentó en el suelo-. ¿Puedo jugar con usted?

-Claro-. Aceptó el anciano.

-¿Cómo se llama?

-Me llamo Krav. Tu debes de ser Rito, ¿no?

-Sí.

-¿Para qué Soko nos habrá obligado a traer a Rito aquí?-. Le preguntó el rey a su mayordomo.

-No lo sé, pero alguna cosa que otra habrá visto de él.

Rito cogió el As de Picas de su bolsillo y le dijo que jugaría con una única carta.

-No puedes jugar con el As de Picas sin antes tener un número de cartas determinado, jovencito. Además, ¿me enseñas ese As de Picas?-. Le explicó (y preguntó) Krav extendiendo la mano, y Rito, sin pensárselo, le entregó la carta-. Hummm... ¿Qué has echo con esto?

-He apostado con la vida de un calamar.

-¿El calamar apostó su vida o tú apostaste la vida con el calamar?

-El calamar apostó su vida.

-¿Atacándote?

-Sí.

-Bien... Por lo que veo, le tiraste la carta en el entrecejo. El calamar murió...

-¿Cómo lo sabe?

-Es impresionante...-. Dijo Krav ignorando su pregunta-. Tu As de Picas es extraordinario; tan indefenso... Pero si puede atravesar algo... Me recuerda al As de Picas de Comodín...

-¿Quién es Comodín?

-Comodín...-Krav entristeció al pronunciar su nombre en voz baja-. Fue un jugador del póker... El mejor sin duda, y, al igual que yo, estaba ciego. Un día, cuando jugábamos al póker, empezamos a apostar dinero real, una cosa que juramos no apostar, pero lo hicimos. Claro, los juramentos ni las promesas no se deben de romper... E hicimos mal rompiéndolos, ¿no crees?-Rito asintió-. Menos mal que a mí no me pasó nada, pero por otra parte, a Comodín sí que le pasó una verdadera desgracia. Resulta que poco tiempo después de jugar al póker, apareció una hechicera, no me acuerdo su nombre, pero tenía una ''R'' al principio. Iba con un sombrero de punta, de esos de mago, una capa lila, pero era más bien, hermosa. Yo y Comodín nos quedamos mirándola, y ella, se sentó junto a nosotros. Al ver que estábamos ciegos, pero igualmente podíamos ver, nos preguntó que cómo lo hacíamos e ignoramos su pregunta. Comodín no quería estar ciego por motivos personales, así que le pidió a la hechicera que le devolviera la vista. La hechicera, con un aire de superioridad, le dijo que tendría que pagar un alto precio para que pudiera ver otra vez... Pero cuando Comodín aceptó pagarlo, la hechicera lanzó un conjuro mágico que le convirtió en un payaso. Todavía tenía su gran barbilla marrón, pero ahora, tenía toda la piel blanca, estrellas negras dentro de los ojos y más cosas... ¡Ah! ¡Qué tiempos! Comodín pudo volver a ver y se fue en los campeonatos de póker de todos los países y ciudades y acabó ganándolos; sin vista, sin poder participar. Entonces, cuando le pregunté que por qué cambió su ceguera por un aspecto horrible y macabro, me respondió que era sólo para apostar... Hasta me dijo podría matar a su mejor amigo tan sólo para jugar a una insignificante partida, es decir, que me mataría a mí, para poder jugar una...

-¡Qué cruel!

-Sí...-asintió Krav-. ¿Qué buscáis?

-Buscamos una torre-se apresuró Lealusfielus.

-¿Qué tipo de torre?

-La Islandum-se apresuró el rey Josefino.

-Bien... Está al norte de aquí.

-Gracias-agradeció el rey-. ¡EN MARCHA GANDULES!-y, ordenando a sus soldados, cogió a Rito por el brazo para llevárselo consigo.

-¡AdiósseñorKrav!-se despidió Rito extraordinariamente rápido y con lágrimas en los ojos.

-Un placer haberte conocido, muchacho.

Una vez que estuvieron fuera de la cabaña de Krav, se fueron hacia la torre... Y se sorprendieron de que, cuando ya estuvieron en unos 10 minutos de camino, se la encontraran en frente.

-Continuará...-