Notes

Le había costado unos días dejar de lado el orgullo luego de que su padre lo había mandado, literalmente, a la mierda cuando había querido ayudar, pero al fin y al cabo lo hizo. De todos modos, Chuck estaba pasando por un mal momento y él no había sido muy sutil con las palabras.

Suspiró pesadamente, y entró hacia donde estaba su padre cumpliendo todos los deseos de los humanos, sin importar cuales fueran.

— ¿Papá? —Se acercó hasta donde estaba él, juntando sus manos detrás de su espalda. Estaba nervioso, tenía que admitirlo.— Probablemente me vayas a mandar a la mierda nuevamente, pero no importa. Quería hacer esto. —Intentó sonar seguro tal y como se lo había planeado al principio, pero fue imposible. Era como tener 5 años nuevamente mientras le tenía que decir la verdad sobre alguna broma que le había hecho a su hermano mayor.— Yo... diablos, ni sé por donde empezar. Sé que hemos tenido nuestros problemas y te he herido sentimentalmente porque quería, porque seguía con rencor de que me hubieses mandado a la jaula, y aunque intenté odiarte por mucho tiempo la verdad es que... Nunca he podido hacerlo. —Admitió, bajando la mirada unos segundos.— Y nunca podré hacerlo.

"No te pongas tan sentimental, no lo hagas..." Pensó. No quería llegar a llorar pero le dolía ver a su padre así, y después de tanto tiempo guardándose esas palabras al fin las estaba soltando. Era imposible.

— Lo siento. —Volvió a hablar luego de unos minutos en completo silencio, levantando la mirada del suelo para poder ver a su padre.— Lo siento por todo, papá. Por lo que le hice a los humanos, por lo de la jaula, por lo de Gabriel, por Michael... Por todo. Especialmente por hacerte daño. —Se pasó la mano por el cabello al no oír alguna palabra venir de él, pero tenía que seguir sacando todo lo que había guardado tanto tiempo.— Perdón por decirte bebé berrinchudo. —Intentó sonreír aunque más le salió como una mueca.— ¿Quieres saber por qué de pequeño nunca te hice del todo caso? Porque veía como Michael lo hacía para que te sintieras orgulloso de él y como tú nunca lo felicitabas o algo. Por eso quise ser distinto a él, quería que me notaras aún si eso implicaba un regaño porque significaba que te importaba. —Sintió su voz romperse y como su labio temblaba por las ganas de querer llorar, pero se negaba a hacerlo. Sabía que si dejaba que una sola lágrima cayera se rompería por completo.— Solo... vuelve a ser mi papá, aquel que se preocupaba de lo más mínimo como un pequeño rasguño, que me regañaba por hacerle alguna broma a mis hermanos, que siempre quería lo mejor. Por favor, solo... vuelve.