Notes

“—Lo sentimos, esto nunca nos había ocurrido... la secretaria confundió las fechas, ambas... están registradas para casarse en junio, seis.”

Esas palabras fueron suficientes para hacer caer el mundo perfecto que aquel par se había creado desde tan temprana edad. Casarse. Encontrar su otra mitad, volver a vivir la magia que habían observado desde afuera un día cualquiera hace más de diez años atrás.

Una debía ceder. Era una prueba. Una más como las tantas que YongSun y JeongHwa ya había superado. Sin embargo, ¿qué tan igual a las anteriores era? Estaban a nada de cumplir lo que tanto habían soñado y de la descontrolada forma que había empezado: sería con o sin su mejor amiga.

El caos se había desatado y JeongHwa era experta en serlo.

«¿Qué tanto podía destruirla aquella persona que todo de ella sabía?»
Esa pregunta daba vueltas a diaro en su cabeza, pero a pesar de todo, la rubia brillaba cada día más a un lado de la persona a la que entregaría su vida completa.

De igual manera, la ansiedad y el sucio deseo de ser mejor que su 'ex-mejor amiga' la desestabilizaban sin darse cuenta. Notando todo realmente cuando el maravilloso vestido que usaría en su boda no le quedaba como el primer día. Se había llenado de bocadillos que su futuro marido no había enviado. Su cabello se había vuelto tan azul y desastroso como su carrera, en la que tuvo que luchar por años para llegar donde se encontraba.

Estaba desmoronándose y la persona que más necesitaba en el mundo había provocado todo eso. No obstante, ella era esa mitad que la calmaba y volvía a tierra, ¿dónde estaba?

—Esto... esto es un desastre. —Acurrucada de espaldas a su comprometido pronunció, así intentando no mostrar sus lágrimas.
—JeongHwa... tranquila, amor...
—¿Tranquila? He engordado, mi cabello es azul ¡y todos sabemos que el cabello es sagrado! —Llevó su mojado rostro para mirarle.
—Te queda bien, eres una alta y sexy Pitufa... —Pronunció divertido, chasqueando levemente su lengua contra el paladar al notar que no había logrado su cometido. —Ella sabría que decirte en esta ocasión, ¿no?
—La extraño...
—Pronto... pronto todo volverá a ser como debe de ser, lo prometo. —Y sin más acurrucó a la fémina en sus brazos.

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El día de la boda no se hizo esperar. Tantas situaciones finalmente la habían llevado allí. Estaba en el lugar de sus sueños, a punto de casarse con el hombre de sus sueños y tan solo a unos pasos... la tenía allí, frente a ella. Tan cerca y a la vez tan lejos. Contenerse las lágrimas era tan difícil como la necesidad de decirle "Te extrañé.", su orgullo era más.