Notes

Creo que lo he dicho antes, no soy el mejor haciendo esto pero lo intento. Realmente, cada una de las cosas que hago es por y para ti. Nadie más. Desde hace unas horas que estoy sentado aquí, tratando de poner en palabras todo lo que he estado pensando y sintiendo en esté último mes (y desde que te conocí).

Si te digo que tu existencia me calma de una manera hermosa y de miedo, ¿me entenderías o te esconderías? Yo sé, yo sé que cuando te miro, la voz no me sale, pero nuestros silencios están perdidos en el ruido de la ciudad. Y a pesar del caos, siempre te encuentro. En algún lugar limpio y tranquilo, tranquilo y libre, te encuentro. Y te siento paseando por mi piel, pero nunca fue tan difícil describir la sensación. Me traes calor y paz. Y a pesar de las palabras acumuladas en silencios que presionan mi garganta; incluso sin saber cómo expresar, describir, explicar, aunque tú estás a medio mundo de distancia, no me siento solo. Y te amo con la fuerza de un millón de cometas. Y ya me gustabas. Ya me gustabas desde antes de sentir el calor de tu mano con la mía, antes de sentir que los miembros de mi cuerpo sonreían porque tú eras mucho más de lo que esperaba. Amo (y me encanta) cada pequeña parte que te conforma. Tus labios, que son tan adictivos que causan en su falta mi abstinencia. Tus manos, que me tocan como si sintieran mi alma; tus caricia doman mis demonios, tu mirada libera en mí el pájaro azul atrapado en mi corazón. Tu risa me alegra y me traes paz como un tranquilizante. Tu abrazo junta todos los pedazos en mí rotos. Quiero acostarme en tu abrazo. Quiero sentirte de cerca. Tu olor, tu pecho, tu manera singular. Quiero vivir en uno de tus abrazos. Pues cuando nos abrazamos, puedo decir que esos segundos duran toda la eternidad (al menos dentro de mí).

Y yo no quiero que esto termine. No quiero que te apartes. Hace tiempo que no sentía algo así de fuerte por alguien, es decir, creo que nunca me había sentido de esa manera antes. Verte dormir en mis brazos, y tener la certeza de que en medio de millones de personas, conseguí encontrar al hombre con quien pasaré el resto de mis mejores días al lado. Te veo como un ángel. Un ángel que casualmente se posó cerca de mí y no quiso más irse, que vino no para completarme, sino complementarnos. Pero tú necesitas saber que a veces soy demasiado redondeado y siento más miedo de lo que debería porque conozco la sensación de derribar mis propios muros por alguien y no puedo negar que algunas cicatrices se vuelven latentes con la sensación de que alguien me puede descubrir y olvidarme de nuevo. Y no me gustaría que ese alguien fueras tú. Yo estaba tan acostumbrado a toques que no me traspasaban que cuando tu mano tocó la mía sin ninguna pretensión, el hormigueo por mi cuerpo me hizo tener miedo. Miedo de no poder irme sin ti. Eres esa calma que encuentro en el azul del cielo, es como un descanso entre las estrellas. Donde puedo volver a la superficie y respira cuando mi propio mar intenta tragarme. Y yo sé que tu mirada me puede atravesar, desconstruyendo todo el tráfico que me rodea. Y eso explica el miedo de mirarte con calma, de besarte y de sentirte tan cerca hasta el punto de que algún pedazo de mí se desprenda. Pero yo quería que supieras que incluso si eres solo un pedacito de infinito, te voy a cuidar mientras quieras quedarte. Apenas sé lo que soy en medio de ese huracán donde casi siempre me encuentro perdida, pero siento como si fueras algún tipo de reposo para mi corazón inquieto. Te ofrezco morada para tu cariño mientras me añido en ti. Déjame cuidarte en mis brazos. Albergar tu llanto. Siendo así yo, tu puerto seguro.

(Te amo como nunca ante había amado a alguien, gracias por existir y gracias por estar a mi lado).