Notes

Aquella mañana me encontraba un tanto nervioso, no era la primera vez que salía con alguien pero luego de estar casi más de dos meses encerrado en casa me era imposible controlar mis nervios. Deseaba poder llegar a casa de la pelirroja puesto a que por fin tendríamos la dichosa cita que tanto había esperado; ir a la playa. Durante la mañana no había mucho por hacer, preparar las maletas, asegurar la casa y terminar algunos pendientes del trabajo y por último dejar a Thiago con mi madre, eso me daba la absoluta tranquilidad para centrar todo mi tiempo en ella. Decidí salir a correr para poder matar el tiempo, una hora después regresé a casa con el fin de tomar una ducha rápida y arreglarme para la cita.

Al salir de mi residencia, la sonrisa que adornaba mi rostro era gigantesca. Eché el equipaje en mi mercedes-maybach s600 antes de ingresar y comenzar a conducir hasta mi próximo destino. Durante el trayecto, me encargaba de colocar la radio, tarareando de la canción e imitando el sonido de una batería con la ayuda de mis dedos. Agradecía que el tráfico fuera ligero por lo que mi humor permanecía igual, decidí detenerme para comprar un ramo de rosas algo simple pero significativo.

Con las rosas a un lado, continué con mi camino, pasaron alrededor de unos cinco minutos antes de detenerme por completo y soltar un suspiro, echando un vistazo rápido al espejo y acomodando algunos rebeldes mechones, estando listo, bajé del carro para poder llegar a la puerta de Amanda donde esperé amablemente al haber tocado el timbre.

Segundos después, apareció con aquella sonrisa embellecedora, ojos esmeralda, su pelirrojo cabello alborotado y un cuerpo deslumbrante. Inmediatamente sus brazos fueron a mi espalda fundiéndose en un delicado y acogedor abrazo a lo que correspondí, para finalizar el contacto con un pequeño beso en la mejilla y una sonrisa ladina de parte de ella. Le otorgué mi brazo para que lo tomase, acción que realizó sin problema alguno, coloqué su equipaje junto al mío, terminando por abrir la puerta en un acto caballeroso para dirigirnos hacia nuestro destino.

En el camino, las bromas, canciones y uno que otro beso robado fueron decisivos para hacer del trayecto uno sumamente agradable, pasaron algunas horas hasta que la pelirroja cayó dormida, agradecía que faltasen algunos minutos antes de llegar al hotel en donde nos hospedaríamos, en cuanto recibieron el automóvil, Amanda ya había despertado, dejando que terminara de estar complemente en sus cinco sentidos caminamos hasta la habitación, lugar en donde se encontraba de todo un poco, sin embargo, lo que deseaba era pasar un tiempo afuera con ella.

Rápidamente se colocó su bañador, aún no atardecía por lo que aceptó sin chistar a que utilizáramos la luz que quedaba para nadar en el mar, y así fue. El tiempo parecía ir sumamente lento cuando se trataba de ella, y es que al pasar las horas, terminamos abrazados en la playa mientras observábamos el atardecer, aquellos rayos de sol le otorgaban un brillo especial, resultaba ser una obra de arte el simple hecho de observarla. Era una magnifica cita.