Notes

Cuando mis tías eran pequeñas, se iban a un pequeño pueblo del país para pasar las vacaciones. Por ahí se decía que a las 12 de la noche se aparecía el Diablo, en especial si es que jugabas a las cartas y ellas lo hacían. Le dijeron que dejaran de jugar a las cartas porque él podía jugar contigo. Mis tías no creyeron porque en sí no tiene sentido lo que dicen, pero cuando fueron a dormir, sintieron que la puerta de su pieza, estando cerrada, la querían abrir y golpeaban como locos. Ellas se pusieron a llorar, gritaban y se escondieron en la cama tapándose con las sábanas. Al otro día despertaron y le contaron a su abuela, ella les dijo que no sintió nada, no se escucharon sus gritos, nada. Ellas estaban en pánico. Cuando se cambiaron para venirse a Santiago una de mis tías tenía marcada en la espalda una garra, con tres dedos. Le dijeron a mi tío, quien les advirtió el juego, y el les dijo: "El Diablo quería jugar con ustedes. Ustedes no pararon las cartas y él tampoco querías dejar de buscarlas"