Notes

(...)

Sin más preámbulos, cogí el bajo de su camiseta para alzarla rápidamente hasta conseguir quitársela y lanzarla hacia cualquier parte. Coloqué ambas manos sobre su abdomen y lo empujé con vehemencia contra la pared. Pegué mi cuerpo al suyo acto seguido y, mientras arrastraba la humedad de mis labios por la piel de su torso, mis manos desabrochaban con agilidad su pantalón. Las suyas, agarraron el bajo de mi vestido hasta tirar de éste con desesperación hacia arriba (casi parecía que quisiera arrancármelo); para poder deshacerse por fin de la tela. Nuestras respiraciones habían aumentado considerablemente. Nos mantuvimos quietos unos segundos. Admirando el cuerpo casi desnudo del otro; comiéndonos con la mirada sin tener que avergonzarnos siquiera de ello. Casi nos mordimos el labio inferior a la vez, justo en el momento en que los dos decidimos ir hasta el otro para no demorarlo más; y besarnos con más ganas de comernos que de sentirnos. Así estuvimos unos minutos, sin despegar los labios del otro; mi pierna estaba rodeando ahora su cintura, y su mano no cesaba en recorrerme con caricias hambrientas, sucias. Queríamos aliviar la tensión con ese beso; y tan solo conseguimos aumentarla. Los roces continuos de nuestras caderas no hacían más que empeorar la situación. (¿O mejorarla?).

Justo entonces fue cuando...