Notes

Hablar del amor de mi vida no es tan fácil como aparenta. Recordar viejos buenos momentos no es la mejor cosa que puedes hacer cuando estas triste, créeme. Pero, de una forma u otra me equipare de valor para contarles una de las peores situaciones por las que pasamos esa persona y yo. Después de casi una vida hasta ahora de estar juntos comenzaron las constantes discusiones, los desacuerdos y las grandes diferencias, nos separamos. Pasaron los meses y aún no lograba entender que esto que construimos con tanto amor, amistad y sacrificio se acabara. Seguíamos hablándonos, pero cada día se me hacía más difícil, lo extrañaba demasiado y me contenía las ganas de decirle “te quiero”, él en cambio, cada vez lo miraba mejor, sin mí, y yo cada vez me hundía más en la tristeza. Me armé de valor y decidí ya no volverle a hablar, pero les confieso que no hago más que extrañarlo cada día más. Me di cuenta que ni el tiempo borrará el gran amor que le tengo. Nada ni nadie podrá remplazarlo. Porque confesándoles algo, yo no quería poseer su corazón y su amistad, sólo anhelaba que esas dos cositas las comparta conmigo una eternidad; nuestra eternidad. Pero las cosas no funcionaron como lo pensamos en un principio. Decidió buscar su propio camino, ir por nuevas experiencias, conocer nuevas personas, construir una vida sin mí, sin nosotros. Alejándose y dejando todo esa amistad en mis manos. Dicen que el amor de tu vida es tu pareja o alguien que compartió contigo grandes amoríos, pero no, mi caso no es ese. El gran amor de mi vida fue un amigo, un amigo que ame con todo mi corazón y que a pesar de ello el decidió irse. No quise ser egoísta y retenerlo, porque yo quería su felicidad, y si hacer las cosas por su cuenta sin nosotros lo llevaría a eso, era mejor que se vaya. Perdí un gran amigo, perdí a mi hermano, al amor de mi vida, sin embargo no quiero que nadie sea infeliz por estar a mi lado