Notes

Como siempre que hacia frío, Valeria estaba parada frente a la estufa, tratando de absorber todo el calorcito que emanaba de ese dichoso artefacto. Cambiaba el peso de su cuerpo de pie al otro, como bailando una danza lenta y monótona. Mientras tanto, su mente viajaba lejos, dentro de su casa vacía. Excepto sus amigos imaginarios, que esperaban la llegada de su marido para dispersarse. Y así, sola, balanceándose lentamente, vio una sombra moverse a un lado. Se quedó inmóvil. Sin poder, ni querer mirar. Su corazón parecía haberse detenido. Trató de agudizar sus oídos al máximo. Pero no se oía nada. Luego de unos eternos segundos, comenzó a disipar su miedo al notar que todo seguía en el más completo silencio y confiar que su propia sombra la había engañado. Entonces, comenzó a girar cuando algo gélido le tocó la espalda. Valeria no pudo evitar un breve grito. Frente a ella, mirándola fijo una niña de mirada extraña le habló con voz quebrada como si hubiera gritado mucho tiempo. "Liberate" fue lo único que le dijo.
Luego, comenzó un bostezo, abrió la boca muy grande, tan grande que el orificio bucal le cubrió toda la cara hasta que finalmente la imagen de la niña pareció doblarse sobre sí misma hasta auto fagocitarse y así desaparecer con un chasquido seco y casi inaudible. Se agachó rápidamente y trató de sujetar lo que ya no estaba. Quiso preguntar a qué venía esa proposición, tan contundente, y al mismo tiempo tan fatua. “Liberate” la palabra flotaba suavemente rebotando por todo su cerebro. Sin saber cuánto tiempo había pasado en ese estado letárgico, escuchó el inconfundible sonido de la llave en la puerta, señal inequívoca de que su marido había vuelto. Pero no volvía solo, traía aliento a alcohol y un extraño aroma lo acompañaba todos los días.
Se dirigió a la cocina y buscó algo que la ayudara. Cuando volvió al comedor, y vio a su marido sentado y obnubilado frente a la caja boba, pronto se quedaría dormido y así amanecería, se pondría de pie tomaría una ducha y partiría al trabajo, sin mirarla, sin hablarle. “Liberate”
Valeria, sin pronunciar palabra abrió suavemente la puerta de calle y salió para no volver jamás.
Debía encontrar a esa niña, a ella misma.
Debía preguntarle algo más…