Notes

Me encontraba estampada contra la pared al mismo tiempo que la desesperación comenzaba a abrirse su propio camino en el medio de nuestro beso. Me fascinaba la manera en la que me hacía perder la cordura y en la que siempre me dejaba queriendo más y más de él. Mi boca se adueñaba de la suya con rapidez y nuestros labios formaban un sonido que adoraba escuchar al chocar. Mis piernas se encontraban sobre sus caderas y me encantaba la cercanía entre ambos, el intenso deseo que sentíamos el uno por el otro. Jamás iba tener suficiente de aquello. De un momento a otro, el beso termino pero no por mucho ya que justo unos segundos más tarde me encontraba sobre su cama, disfrutando ahora de una posición más cómoda y a decir verdad, no me importaba cuál fuera, mientras lo tuviera por completo para disfrutarlo yo sola. Aquellas palabras susurradas en mi oído tenían un efecto descomunal en mi, el siempre me hacía volver loca. Lo necesitaba, necesitaba sus dedos sobre mi cuerpo y necesitaba tenerlo dentro mío, necesitaba disfrutarlo por completo y que nada más importara entre ambos. Mis manos fueron sujetadas con fuerza sobre mi cabeza y no había algo que me enloqueciera más que aquel trato que solía tener conmigo a la hora de entregarnos en cuerpo. Mi vientre percibía un cosquilleo, necesitaba demasiado el que estuviera tocándome y justo unos segundos más tarde de pensar aquello, sus labios arremetieron contra mi cuerpo, estaba tan deseosa de aquello. Sus dientes arremetían contra la piel de mi cuello, sus labios chupaban y sabía que quedarían un par de marcas pero no me importaba en lo absoluto. Una de sus manos bajo por mis muslos, jugando con mi cordura, hasta tocar mis bragas, las cuales ya me había encargado de humedecer. Bendita la hora en la que había decidido ponerme aquella camisa suya que le dejaba total acceso a mi.— Tócame, soy tuya. Hazme tuya.— Murmuré en un débil suspiro. No podía con todas las sensaciones que me causaba, tenía un efecto enorme sobre mi cuerpo, y amaba que se aprovechara de aquello.