Notes

La tarde había caído sobre la hermosa Busan, con la fresca brisa característica de aquella época del año llevando las olas a romper en la orilla, sin perturbar el ambiente tropical. Era un atardecer precioso, lleno de matices rosas y naranjas, que combinaban a la perfección con la ceremonia a punto de llevarse a cabo bajo el firmamento de aquella playa.

La dulce pareja que formaban Daniel Tanner y Lean Natvien tenían la dicha de llevar a cabo su matrimonio aquel día, y Áiden, que además de ser un íntimo amigo de la pareja, tenía el honor de haber sido escogido por ellos (entre el resto de las personas que poseían las facultades) para llevar aquel proceso. Para acompañarles y dirigir la travesía hacia la unión que ambos habían soñado desde el momento que habían decidido comprometerse. El joven ministro se encontraba profundamente emocionado, no sólo porque aquella sería su tarea, si no, por sus amigos, y cómo estos entrarían a la vida de casados esa misma tarde. Sabía que el amor entre aquellos dos era tan profundo e intenso que podría conmover a cualquiera, así que su matrimonio sería ejemplar.

Los invitados habían llegado puntualmente, y descansaban en las sillas que habían sido dispuestas en aquella playa, algo retirados de la orilla para evitar que estas fuesen humedecidas por el mar, decoradas acorde a la situación, mientras que él, yacía esperando el momento indicado para dar inicio a la ceremonia, tras el podio en el que disponía el acta de matrimonio, y una vez que se halló junto a los novios, los tres de pie en el delicado altar que habían implantado en aquella estancia, dedicó una sonrisa amable a ambos.

—Buenas tardes a todos. —Empezó, pronunciando con suavidad sus palabras, pero lo suficientemente fuerte como para oírse sobre la baja música instrumental tocada como fondo. Saludó con leves inclinaciones de cabeza a los invitados y a su vez, a los novios, y entonces procedió—: Estamos aquí reunidos para unir en matrimonio a Daniel y Lean. En primer lugar, voy a dar lectura al acta matrimonial.

Tomando una suave respiración, Áiden procedió a tomar dicha acta, y entonces, se dispuso a leer claramente ante la audiencia lo que en esta se decía.

—Siendo hoy día veinticinco de febrero del 2018, comparecen quienes acreditan ser Daniel Tanner y Lean Natvien, al objeto matrimonio civil en virtud de autorización recaída en el expediente número 524. —Haciendo una pequeña pausa, dedicó unas miradas fugaces a la pareja, sonriéndoles con emoción, sin abandonar el profesionalismo de su rol en aquella ceremonia, y entonces, continuó—: Quiero hacer constar que se han cumplido todas las prescripciones legales para la celebración de este matrimonio civil, sin que en la audiencia sustitutoria de edictos se haya presentado ni denunciado impedimento ni obstáculo para esta celebración.

Luego de un par de lecturas que, como requisito legal debían ser leídas antes de continuar con la ceremonia, el ministro colocó de vuelta en el podio los artículos impresos, y pasó a dirigirse a los novios, con una vivaz sonrisa, que denotaba lo emocionado que se encontraba por ellos.


—Ahora procedamos a escuchar los votos.


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Después de escuchar los votos de los novios y de observar a los padrinos acercarse con los anillos, que ahora la pareja sostenía en sus manos, listos para el momento de colocarlos en sus respectivos dedos, el ministro se tomó a la tarea de continuar oficiando la ceremonia.


—Daniel Tanner, ¿aceptas a Lean Natvien como tu esposo, para amarle y respetarle, serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, todos los días de tu vida?


Una vez que el novio respondiese, la sonrisa de Áiden se amplió, y entonces se dirigió a su otro amigo, igualmente de pie en aquel altar.


—Lean Natvien, ¿aceptas a Daniel Tanner como tu esposo, para amarle y respetarle, serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, todos los días de tu vida?

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Pronunciadas las respuestas de los novios, el ministro facilitó a ambos el acta, para que estos se encargaran de firmar sus nombres en esta, acordando así el matrimonio. Al terminar, Áiden se dirigió a la audiencia, y a los novios, sonriendo felizmente mientras hablaba.

—Con ustedes, los Tanner. ¡Felicidades!

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Después de la dulce ceremonia mediante la cual se habían unido en matrimonio, nada era más apropiado que festejar. El lobby del Sunset Bussiness Hotel en Busan era el escenario de aquella celebración. La estancia había estado preparada para la ocasión, constando con una barra libre de alcohol y música y animación proporcionadas para que tanto los invitados como los novios pudiesen gozar de una noche inolvidable bajo la escasa luz que proporcionaban los reflectores y bailando tanto como sus cuerpos lo deseasen.

Una larga alfombra roja se extendía en la entrada por la cual habían desfilado los esposos al llegar a la fiesta y por la cual caminarían también todos los invitados a medida que estos fuesen llegando a la celebración.

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