Notes

GATO OVERLORD: ASCENSO AL TRONO
Autor: PKMN Goromoiz
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EN EL CAPÍTULO ANTERIOR...
Zekkon explicó a Gato que la casa en la que vivían era una taberna que ocupó cuando tenía 20 años. Después, cuando Zekkon salió para saquear cortes, Gato decidió salir a pasear. Cuando estaba buscando un río para beber un poco de agua, vio una diligencia y saltó encima de ella. Por poco muere cuando lo acusaron de humano disfrazado de gato para robar y asustar, pero logró escapar y llegó a su casa, junto a Zekkon.
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CAPÍTULO 4: HACIA EL IMPERIO DEL REY JOSEFE


-¡Despierta! ¡Que más que un gato pareces un perezoso!- Dijo Zekkon dandole patadas a Gato para despertarle-. ¡Date prisa! ¡Que tenemos que ir a saquear la corte del rey Josefe!

-¿Y cuánto tardamos?- Preguntó Gato, frustrado.

-Unas dos horas-. Respondió el bandolero y le dio una máscara de doctor de plagas y una capa lila-. Ponte esto, que nos pueden reconocer (o por lo menos a mí), y para que te pueda reconocer yo a ti (por los gatos callejeros que hay ahí).

Y Gato le hizo caso. Se puso la máscara de doctor de plagas (una blanca) y también la capa lila, y Zekkon se puso su máscara de doctor de plagas (una negra) y se puso su capa negra. Gato y Zekkon se subieron a Blast, el caballo. Eran las cinco de la mañana y el sol todavía no apareció. Quedaba media hora para eso.

-¿Y por qué tenemos que ponernos una máscara y una capa?- Preguntó Gato dos minutos después de que empezaran a cabalgar.

-Porque el Josefe ese ha puesto carteles de ''se busca'' en todas las calles de su imperio y de sus fortines (por no decir, también, en sus poblados). Y claro, ha puesto recompensas ahí que... ¡Madre mía! ¡Normal que la gente sólo piense en capturarme!

-¿Y cuáles son las recompensas?

-Dos millones de monedas, un año de comida gratis y varios títulos...

-El Josefe ese quedaría pobre...

-No creas, él tiene corsarios y éste le dan las monedas que consiguen (y una cuarta parte se la quedan ellos).

Cuando todavía quedaba una hora para llegar al imperio del rey Josefe, vieron una diligencia que iba hacia el imperio del rey Josefino de Corazón. Zekkon cambió de rumbo al verlos y dijo a Gato que se preparara para el asalto. Gato asintió, aunque seguía teniendo miedo. Su pelo se erizó y soltó un desagradable maullido que alertó a la diligencia.

-Sssh... ¡Deja de maullar y sé silencioso, tonto!- Susurró Zekkon, mosqueado. Gato no protestó.

La diligencia paró en seco y un tipo con un sombrero de paja dijo, viendo a Zekkon y a su caballo, que eran unos forajidos.

-¡Saca la ballesta, Maximilano!- Le dijo el que manejaba el carro y le dio latigazos a todos los caballos para que fueran más rápido.

Maximiliano sacó la ballesta y apuntó a Zekkon cerrando un ojo. Y disparó... Pero, por su pésima puntería, falló. <<¡Es la diligencia de ayer!>>, pensó Gato, y se lo dijo a Zekkon.

-¿Cómo? ¿Que ayer viste una diligencia e intentaste asaltarla?

-Sí.

-Bueno, eso me lo explicarás luego (si antes sales vivo, claro)-. Dijo Zekkon y espoleó a Blast. Éste embestió contra el carro entero haciéndolo caer de un lado. Maximiliano y el que manejaba el carro se cayeron también.

-¡Suerte que no llevábamos a nadie! ¡Dispara Maximiliano!

-¡A tus órdenes, Tun!- Y disparó.

Pero falló de nuevo.

-¡Dame la ballesta, tonto!- Rugió Tun y le arrebató la ballesta y disparó, pero Gato saltó de Blast y cogió la flecha con su pata derecha.

Zekkon bajó de Blast tranquilamente y desenfundó su claymore.

-Os lo diré sólo una vez: ¡el carro o la vida!

-¡No te lo daremos! ¡Nos matarás igualmente, te demos lo que te demos!- Protestó Maximiliano echándoe hacia atrás, con la espalda dolorida por culpa de la caída.

-Somos bandoleros justos (aunque hayamos escapado de la justícia por razones razonables)-. Dijo Zekkon y se quitó la máscara-. ¿Cómo nos habéis reconocido? ¡Si llevábamos la máscara de plagas puesta!

-Es por el caballo... Hay una estrella con una espada atravesándola...- Respondió Tun-. ¡Eres Zekkon! ¡Y tu símbolo te delató!

-Vaya... Así que era eso...- Murmuró Gato-. Bueno, pues... ¿Qué mercancías lleváis?

-No llevamos nada... Absoultamente nada... Es inútil que nos robéis si no llevamos nada...

-¡Cómo no! ¿Cuántas clases de ''Cómo Mentir'' os habéis saltado?- Preguntó Zekkon y sacó dos cajas de madera pesadas-. ¿Qué es esto? Supongo que no será nada... Y como que habéis mentido ''muy bien'', os ''creemos''...

Y abrió las dos cajas con una patada. Eran armas.

-¿Qué hay?- Preguntó Gato, que confiscó la ballesta y amenazó a Maximiliano y a Tun que, si intentaban huir, la flecha les acompañaría hasta un nuevo mundo.

-Armas: armaduras, escudos, espadas, arcos, ballestas, flechas... ¡Hay una cantidad que no veas!- Y cogiendo una espada y un arco, preguntó a Gato-: ¿Qué tipo de atacante eres? ¿A distancia o a cuerpo a cuerpo?

-No lo sé, ambos me dan bien, supongo...

-¡Qué bien!- Y le tiró una ballesta de un color azul oscuro, y una espada larga con empuñadura roja-. Como que no te he visto combatir nunca, si quieres, puedes coger un escudo.

-Sí, me vendría bien: nunca antes he manejado armas... Pero tengo buena puntería y...

-Pues toma un escudo-. Y le lanzó un escudo pequeño de acero.

También sacó una cuerda y ató a Maximiliano y a Tun, y los metió en el carro, tapándoles la boca, también, con otra cuerda. Zekkon se sentó y cogió el látigo de Tun, y Gato se metió dentro de la diligencia vigilando a ambos prisioneros. <<Esto es bastante raro...>>, pensó Gato mientras ponía las flechas en la ballesta. Era una ballesta en la que se podían disparar cuatro flechas a la vez o una por una.

-Haces bien, el trabajo de bandolero, Gato...- Felicitó Zekkon dando latigazos a los caballos excepto a Blast, que, además de ser el más rápido, iba directo al imperio del rey Josefe.

-Gracias, pero no me siento muy cómodo, la verdad...- Dijo Gato-. Esto de ir a saquear... No me va mucho (aunque mis anteriores dueños me maltrataban). ¿No podemos tener paz y tranquilidad?

-Si quieres la paz, prepárate para la guerra.

-¿Eh? ¿Qué quieres decir?

-Que tarde o temprano, si vivimos fuera de los imperios con un huerto y una granja (y encima solos), no sólo perderemos la práctica de la lucha, sino que también vendrán a por nosotros.

-Oh... ¿Así que vivimos del saqueo? ¿Es en serio?

-Sí.

-¿Y por qué te hiciste bandolero?- Preguntó Gato.

-Era de una familia pobre que vivía en el imperio del Josefe... Resulta que, un día, aumentaron el precio de los materiales que necesitábamos para mantener nuestro huerto... Pero no teníamos suficiente dinero. Ni nosotros, ni nadie. Así que hicieron una revuleta, dado a que Josefe nos ignoraba. Mi familia no participó, pero fue ejecutada igualmente. Y en cuanto a mí... Me abandonaron a un bosque a los 16.

-¿Y por qué?

-Me abandonaron por salvarme, pero... ¿Abandonarme en un bosque? ¿En serio? Tampoco conocíamos a nadie para que me cuidara, así que... Bueno pues, desde los 16 he sido un bandolero. Y ahora es cuando he decidido vengarme de Josefe.

-¿Y cuál es el plan?- Preguntó Gato-. ¿O iremos directamente a por él?

-El plan es que sólo nos pondremos la máscara y fingiremos ser unos médicos de plagas. Como ya habrás visto, llevó una gabardina negra y por dentro una camisa gris. ¿Y te has fijado en mis guantes? ¡Si parezco un médico de plagas de verdad!

-Sí, bueno, es verdad. ¿Y yo, qué me pongo?

-Pues... A ver... Aparte de armas, he encontrado una manta negra. Ponte eso y tápate todo el cuerpo. Ah, y... Lleva algo encima de tu cabeza, que tus orejas pueden...

-Sí, ya me pondré el sombrero de paja de Maximiliano.

Gato se quitó la máscara y Tun y Maximiliano se quedaron paralizados. <<¡Si es el gato de ayer!>>, pensaron ambos. Gato le quitó el sombrero de paja de Maximiliano y se lo puso, pero se lo quitó para volver a ponerse la máscara. Después de una hora, llegaron a las puertas del imperio de Josefe.

·Continuará...·