Notes

GATO OVERLORD: ASCENSO AL TRONO
Autor: PKMN Goromoiz
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EN EL CAPÍTULO ANTERIOR...
Gato se metió en una granja para cazar a las gallinas que vio. Cuando ya estaba dentro, el granjero lo cogió y le obligó a exterminar todas las ratas de la mansión, pero como que Gato no cumplió su tarea, el granjero intentó matarlo junto a su perro. Cuando Gato ya estaba al borde de la muerte, un bandolero lo rescató con su caballo negro, y se lo llevó con él a su refugio.
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CAPÍTULO 3: EL REFUGIO


Ya era mediodía cuando Gato y Zekkon llegaron con su caballo al refugio. Era una casa en buenas condiciones, aunque Zekkon era pobre y necesitaba dinero, y éste lo conseguía saqueándolo en las cortes y cuando veía a la nobleza salir de sus imperios para ir en otros.

-Bienvenido a mi refugio, Gato-. Dijo Zekkon y abrió la puerta roja de madera con su llave-. Pasa.

-Gracias-. Respondió Gato y entró. Todo estaba en buenas condiciones. En el medio de la sala de estar había una mesa redonda de piedra, con unas sillas de madera; una estantería contenía libros de todos los géneros y una alfombra verde ocupaba casi toda la sala.

-Yo duermo abajo. Tú puedes dormir a la habitación que está al lado...

-De acuerdo.

Zekkon acompañó a Gato en la planta baja. Parecía una cárcel. Ahí había una cama cómoda con sabanas y tres almohadas. Las paredes, el suelo y el techo eran grises. Y lo mismo había en la habitación de Zekkon. <<Igualdad>>, decía él. Zekkon le llevó hasta la cocina, que estaba en la sala de estar.

-Esto parece una taberna...- Empezó Gato-. En el imperio en el que vivía habían varias, y a veces solía entrar. No sé por qué. En serio.

-Bueno, taberna...- Dijo Zekkon-. Yo conquisté éste sitio hace tres años, cuando tenía 20 años.

-¿Entonces mataste a gente inocente?

-No. Para nada. Esto era un tipo de taberna en el que habían, ya sabes, prostitutas. Los forajidos solían venir aquí para pasar el rato (ya sabes cómo), y, sinceramente, aquí mataban a gente. Los cazarrecompensas no tenían tanto trabajo, pues, aquí los forajidos, cuando bebían demasiado, las peleas eran brutales. Las prostitutas calentaban el lugar y animaban a uno, en concreto.

-¿Y eso por qué? ¿Y a quién?

-Animaban al forajido que más les pagaba. Las prostitutas, cuando pedían dinero, no les daban la cantidad deseada, sólo les daban lo que querían.

-Vaya...- Dijo Gato y bebió un poco de leche caliente en una taza que le dio Zekkon-. ¿Y tú entrabas aquí también? Ya sabes, para hacer lo mismo que ellos y...

-Para nada. A mí me estaban persiguiendo y entré aquí porque no encontraba un sitio mejor. Bajé rápidamente y me escondí; los guardias no me encontraron y se fueron-. Explicó Zekkon-. Cuando ya se fueron subí y vi una pelea entre dos forajidos por quedarse a una prostituta, y claro, yo me senté, me puse cómodo y vi la pelea. Mi tranquilidad llamó bastante la atención de las demás y me dijeron que si quería algo en especial, les dije que no y me intentaron convencer. Volví a negarme. Los forajidos, al verme con ellas, intentaron matarme, pero bueno, pasó lo que tenía que pasar.

-¿Contraatacaste?

-No sólo me defendí, sino que gané mogollón de dinero al capturar los forajidos (que habían unos diez o nueve). Después eché a las prostitutas y me quedé con la taberna. La limpié toda y puse muebles nuevos. Y mira cómo ha quedado.

Y después de eso, Zekkon se montó en su caballo y se fue para saquear más cortes. Le dijo a Gato que vigilara la casa y que no dejara entrar a nadie. Gato estaba confuso.

Después de una larga temporada solo en la casa de Zekkon, salió para tomar un poco el aire. Ya eran las cuatro de la tarde. Los árboles se agitaban lentamente y de tanto en tanto dejaban caer hojas o algún que otro fruto. A Gato eso le molestaba.

-¿Por qué no dejan caer comida para gatos en vez de frutas y hojas?- Se quejó en voz alta y se subió a un árbol. Después de estar quince minutos ahí arriba, volvió a bajar para volver a la casa pero... La puerta no se abría. Intentó otra vez. Pero nada-. ¡¡MALDITA SEA!!

Y le dio una patada a la puerta, pero esta, tozuda como era, no se abrió ni un poco. Así que se estiró al suelo y miró al sol... Pero luego tuvo que parpadear varias veces porque le dolieron los ojos. Tenía sed. El vaso de leche no le sirvió de nada. Ahora quería... ¿Agua? Quizás sí. Así que Gato se levantó y se fue en busca de un río, o de alguna diligencia que asaltar. <<Después de todo, ahora vivo con un bandolero. Tengo que serle útil y él me tiene que ser útil a mí. Tengo que aprender a hacer lo mismo que él y seguro que me da comida>>, pensó mientras corría a cuatro patas en busca de sus nuevas presas. Después de unos minutos buscando, se cansó y decidió volver a la casa de Zekkon. Justo cuando dio media vuelta escuchó a unos caballos cabalgar. ¡Era una diligencia! Gato maulló y corrió hacia los caballos al verlos. Se plantó en medio y saltó cuando la diligencia estaba a su lado.

-¡Un gato ha saltado en la diligencia!- Chilló un niño-. Mami, ¿podemos quedárnoslo?

-No, hijo, que es un animal salvaje y...

-¿Qué dices tú de ''salvaje''?- Gruñó Gato y se puso de pie-. Sólo porque haya salido a dar un paseo por el bosque a encontrar agua no quiere decir que sea un salvaje.

-¡Un gato que habla!- Exclamó, sorprendido, el que le daba latigazos a uno de los cuatro caballos que dirigían el carro, y frenó en seco.

-Voy a sacar la ballesta...- Susurró el acompañante y sacó, obviamente, una ballesta. Se giró y miró a Gato, nervioso-. ¡Quieto o disparo!

-¿Dispararme? ¿Por qué?- Preguntó Gato levantando las manos.

-¡Porque seguro que eres un desgraciado disfrazado de gato para asustar y robarles a los demás!

-¿De dónde sacas tanta imaginación? Puedes ser hasta escritor... Aunque también un creador de dibujos animados... Pero por mala suerte no han creado televisiones todavía, así que...

Y el acompañante disparó la flecha, pero, por su pésima puntería, acabó fallando. Gato saltó del carro y corrió con todas sus fuerzas y consiguió escaparse, sano y salvo, aunque hambriento, claro está. Al cabo de dos horas volvió Zekkon con un saco lleno de patatas, de tomates, monedas y de carne. Zekkon descabalgó de su caballo y abrió la puerta de la casa, dejando pasar, como siempre, a Gato primero.

-¿De dónde has sacado tantas cosas?- Preguntó Gato.

-¿Y dónde estabas tú cuando saliste de la casa?- Preguntó Zekkon-. Espero que no te hayan echado si han venido ladrones...

-No, no te preocupes. Me sentía atrapado, así que salí.

-Bah, no te preocupes. Ahora te preparo la comida. Hay que dormir pronto y madrugar: mañana tenemos que ir a más cortes, y tú irás conmigo.

Y Zekkon le preparó la comida. Después de las ocho se fueron a dormir. Al parecer, Zekkon se durmió después de diez minutos, mientras que Gato no conseguía dormirse. ¿Por qué cada vez que hablaba lo querían matar? ¿Es que de verdad pensaban que Gato era un humano disfrazado de gato, sólo para robar y asustar? Y esto no le ayudó para nada recuperar el sueño... Pero cerró los ojos, respiró profundamente, y se levantó de su cama y se fue a la cocina. Una vez ahí, se tomó un vaso de leche caliente y se fue a la cama. Y se durmió.

·Continuará...·