Notes

Mi sonrisa se expandió y tiré de la mano de Noah para correr hacia la dichosa y predecible sala en la que sabíamos que el alfa estaría. Muchos de los sirvientes nos sonreían y felicitaban al caminar por el pasillo, pues desde temprano, aparentemente, todos sabían la fecha tan especial que era. Correspondimos a los saludos y en un par de vueltas y correteos más, nos encontramos frente a la conocida puerta.- "¿El príncipe se encuentra allí o tenemos que buscarlo en otro de sus tantos lugares favoritos?" -Uno de sus leales guardias sonrío, comprendiendo lo ansioso que nos encontrábamos por finalmente ver al mayor y nos aseguro que hacia poco había entrado al despacho. Sin mucho preámbulo, pedimos entrar y dejando un tanto de lado la calma, volvimos a corretear.- ¡Su majestad! -Exclamé con una amplia sonrisa, una vez le miramos en su silla. Él levantó la mirada tan pronto entramos y fue la combinación de su intensa pero cariñosa mirada y aquella sonrisa que nos desarmaba, que con Noah pudimos sentir la sensación de calidez que invadió nuestro cuerpo. No dijimos mucho, pues sin esperar, solo nos acercamos hacia él, buscando su contacto y cariño. Demostrando como nos habíamos ganado los apodos de mimados y consentidos, exigimos su atención, llenando todo su rostro de mimos y besitos.- "Ya, ahora eres nuestro." Haz sido del reino y nosotros fuimos de París todo el día, ahora hay que ser de nosotros.