Notes

¿Sabéis esas familias perfectas que parece que no tengan ni un solo problema en casa? Sí, esas que son muy comunes de aparecer en distintas películas o series, mostrando a todos los miembros de la misma destacando en distintos ámbitos, a unos padres amables que se preocupan por sus hijos, a unos niños a los que jamás podrías encontrarles un solo defecto... Bien, pues la familia Farnsworth es una de esas o, al menos, eso han pretendido aparentar durante muchos años.

En un mes de mayo de hace veintidós años, en Nápoles, los dos integrantes del matrimonio Farnsworth se convirtieron en padres, pues la mujer dio a luz a dos preciosos mellizos, un niño y una niña. La pequeña fue bautizada a nombre de Micaela, aunque desde una corta edad todos la llamaban Miki por lo que, a partir de ahora, la llamaremos así.

Los primeros años de Miki fueron como los de una chica normal; vivía tranquila, iba al colegio y se pasaba el día junto a su hermano, con el cual eran inseparables. Él siempre la cuidaba, estaba por ella y la protegía de cualquier cosa que pudiera amenazarla, a pesar de que ninguno de los dos solía meterse en problemas. Eran chicos tranquilos, que se pasaban horas al lado del piano mientras su padre tocaba y les enseñaba el arte de aquel instrumento. Tanto fue así que no tardaron en poder tocarlo sin ayuda del padre, ellos dos solos, cada uno sentado a un lado de la banquilla, parecían estar hechos para estar delante de un piano. Debido a aquella facilidad que tenía y a las buenas notas que sacaba en el colegio no tardaron en determinar que Miki era superdotada. Fue por ese descubrimiento que decidieron volver a la ciudad natal del padre, Nueva York, para buscarles una buena escuela de piano y un lugar donde los estudios estuvieran adaptados a su nivel.

Una vez allí se adaptaron bien al lugar sin que se les dificultara el idioma, pero sí hubo algunos problemas y era que, en aquel nuevo colegio, ninguno de los hermanos se encontraba cómodo. La gran mayoría de los demás alumnos creían ser los más inteligentes, les sobraba soberbia mientras que a los mellizos les faltaba, ellos eran dos chicos normales que tenían un don, nada más. Siendo así volvieron a un colegio normal y dejaron las clases de piano, pues a la corta edad de doce años ya habían compuesto una canción ellos solos y no había ningún profesor que les enseñara lo que ellos ya sabían de boca del padre. Y, entonces, llegó el fatídico día en el que les convencieron de hacer un concierto; al principio no querían pero fue Miki, alentada por la madre, quien terminó de convencer a su hermano de que iba a ser divertido, igual a cuando tocaban en el jardín de casa mientras les escuchaban los vecinos. Claro que no todo fue como ella lo planeaba, pues antes del concierto se puso enferma y éste lo tuvo que dar el hermano solo, pero no salió bien. ¿La razón? Según Miki fueron los nervioa pero, según él, no sabía tocar el piano, cometía demasiados errores pero, cuando tocaba junto a su hermana, éstos eran camuflados por sus habilidosos dedos. A partir de aquel día nunca más tocaron el piano juntos.

A raíz de aquello Miki dejó el piano de lado y empezó a distanciarse de su hermano. Ya no estaban tanto tiempo juntos y el trato que tenía hacia ella había cambiado por completo. A ojos de la joven él era prácticamente un desconocido, no era capaz de encontrar al hermano al que siempre había adorado: era nueva persona. Al principio aquello le afectó bastante y se cerró en si misma, sin querer saber nada de nadie, pero con el tiempo aquello cambió y se fue abriendo más. A pesar de todo siguió con sus estudios, tanto de música como de astrofísica, no le era problema sacarse dos títulos a la vez y, teniendo en cuenta que se trataban de las dos cosas que más le agradaban, no era para nada pesado el que ocupara gran parte de las horas del día, más bien le agradaba y lograba apartar las preocupaciones por su familia de la cabeza. ¿La razón? Aquel concierto no sólo pasó factura a la relación entre hermanos sino también a la de toda la familia al completo. Los padres se echaban la culpa el uno al otro por haberles obligado a asistir a ese evento, el hermano se juntó con malas compañías que no le ayudaban en nada más que no fuera a crear una lista de delitos a sus espaldas, que, a la vez, creaba más problemas con sus padres, y Miki... Ella trató de poner paz las primeras veces, aunque, al final, terminó por ignorar todo lo que ocurría a su alrededor.

Parecía como si ella fuera la única en sufrir por aquella situación familiar pues, a pesar de los problemas, ellos seguían como si nada, manteniendo aun las apariencias de familia perfecta que Micaela tanto detestaba. Por suerte, tenía una amistad que ayudaba a sobrellevar todo aquel mundo de grandeza en el que se metió la familia Farnsworth. Un chico con el que se llevaba muy bien a tal punto de que fue el único en conocer uno de sus secretos.

Fue ese mismo chico el que le dió la idea de como alejarse de sus padres, él iba a una universidad lejos de donde estaban y convenció a Miki de que fuera con él. El matrimonio Farnsforth estaba feliz de que su hija se llevase de aquella forma con una persona tan distinguida como era aquel muchacho, así que no tuvieron problema alguno en pagarle el viaje y el apartamento para que se mudara a Banff.