Notes

Estimado Sr. Baardsson:

Esta noche pienso en usted nuevamente. Me cuestiono hasta que punto mi cordura me permite concebir lo que usted me evoca; posiblemente sea labor de la propia demencia arrastrándome. Estuve leyendo, como le dije, una diversidad de temas entre mi desvelo, fascinando con la incertidumbre de su recuerdo, encontrando su esencia en cada fragmento que captaba mi interés. ¿Cómo es que aborda mi mente incluso cuando quiero ser egoísta y dejarle descansar? Perdone si no duerme como debería, es culpa mía por invocarle tan vigorosamente en mis pensamientos.

Comparto con usted un poema del mismo autor del que ya he compartido otra de su creaciones; autoría de Charles Baudelaire. Se titula "Himno a la belleza". Fue inevitable que su presencia llegara a mis constantes anhelos:

¿Vienes del cielo profundo o surges del abismo,
Oh, belleza, tu mirada infernal y divina,
Vuelca confusamente el beneficio y el crimen,
Y se puede, por eso, compararte con el vino.

Tú contienes en tu mirada el ocaso y la aurora;
Tú esparces perfumes como una tarde tempestuosa;
Tus besos son un filtro y tu boca un ánfora
Que tornan al héroe flojo y al niño valiente.

¿Surges tú del abismo negro o desciendes de los astros?
El Destino encantado sigue tus pasos como un perro;
Tú siembras al azar la alegría y los desastres,
Y gobiernas todo y no respondes de nada.

Tú marchas sobre muertos de los que te burlas;
De tus joyas el Horror no es lo menos encantador,
Y la Muerte, entre tus más caros dijes,
Sobre tu pecho orgulloso danza amorosamente.

Que procedas del cielo o del infierno, ¿qué importa?,
¡Oh, belleza! ¡monstruo enorme, horroroso, sublime!
Si tu mirada, tu sonrisa, tu pie, me abren la puerta
De un infinito que amo y jamás he conocido.

De Satán o de Dios ¿qué importa? Ángel o demonio
¿Qué importa si tornas con ritmo, perfume y fulgor
el universo menos horrible y los instantes menos pesados?