Notes

Tenía rato sin escribir algo para ti y me apeteció hacerlo en éste momento. No es novedad que las madrugadas, estés o no estés, siempre son en tu nombre. Es realmente difícil pensar en un momento del día en el que no estés en mi mente, porque la más mínima cosa que me rodea suele hacerme pensar en ti.

Es como si en todos éstos años hubiéramos vivido tanto juntos que no se puede pasar cinco minutos sin que cualquier trivialidad te traiga por alguna razón a mi cabeza. Como el hacerme el desayuno y recordar, mientras saco los ingredientes que necesito, que probablemente no te gustaría lo que estoy preparando. Como el ver una película y pensar "ésto le gustaría a ella, le diré que la veamos juntos." Como el andar por la calle y que un auto pase reproduciendo una canción que me has dedicado, o que he escuchado contigo. Quizás solamente una vez, pero mi buena memoria suele jugarme en contra todo el tiempo.

De lo que me he dado cuenta es de que tengo la costumbre de verte como algo positivo, algo que podría mejorar lo que sea. Ser independiente es sano y por eso me gusta darnos nuestro espacio. Que salgas con tus amigos, que yo salga con los míos, pero cuando paso un buen rato ya es instintivo pensar que sería mucho mejor si estuvieras ahí compartiéndolo conmigo, y ésto aplica ante cualquier situación. Puede que sean mis anhelos de tenerte cerca, esa constante impotencia de no poder pensar que hoy me apetece verte y simplemente tomar un taxi y tocar la puerta de tu casa. Puede que sean mis ansias por verte, y no por el viaje que relativamente hace poco se ha reservado, sino esas ansias con las que cargo desde siempre. Esperando por el día en que pueda mirarte a los ojos y tomar tu mano, he anhelado ese día incluso antes de que le pusiéramos una fecha específica por primera, segunda o tercera vez. O también puede ser que simple y sencillamente me tengas enamorado. De la manera más pura como siempre nos jactamos de hacerlo. Mi amor por ti no es lógico, es impulsivo. Es como un instinto que llevo dentro que me impulsa a amarte, protegerte, cuidarte, procurarte, consentirte, etcétera. Las cosas que hago por ti no las hago porque me nace, sino porque las siento. Tan automático como el llenar de aire los pulmones, tan involuntario como el palpitar del corazón, pero igual de vital y necesario. Es por eso que me basta con leer un "hola" para saber si algo te pasa, si algo anda mal, si algo te tiene inquieta. Porque te siento, de una manera que no sabría explicar.
¿Cómo explicar que puedo adivinar lo que le pasa a una persona que está a kilómetros de mí? ¿sin una mirada, sin un gesto, sin una palabra, sin un suspiro, nada más que letras genéricas? ¿cómo explicarle a una mente ajena a lo nuestro que ésto es real a pesar de lo fantasioso que pueda parecer? ¿cómo he de explicar que sin importar cuánta distancia y tiempo nos separe, puedo sentirte junto a mí? que cada sonrisa me llena el pecho de alegría sin necesidad de verla. Que cada error cometido me duele como si lo hubieras hecho ante mis ojos. Que cada "te amo" me endulza los días como si me lo susurraras al oído cuando lo necesito. Cómo explicar que hemos pasado por tanto, por cosas que nadie se imaginaría, sin aún haberte tocado un solo pelo.

Lo admito, me molesta cuando el resto pone en duda lo que tenemos. Con preguntas tan superficiales como lo es cuestionar nuestra fidelidad, nuestra cercanía emocional, el "cómo puedes aguantar no verle" o el "¿y no prefieres algo real?" como si ésto fuera un juego, una mentira, una cosa que no es seria. Pero me reconforta saber que el día en el que estés a menos de veinte centímetros de mi rostro y tenga el placer de tocarte, todo lo que hemos pasado juntos cobrará más significado del que ya tiene. La unión que tenemos va a intensificarse. Al pensar en ti ya no sólo pensaré en el rostro de las fotografías y la voz de las llamadas, sino que al escuchar tu nombre me vendrá a la memoria tu perfume. Tu roce. Tu calor. El sabor de tus labios. Todas esas cosas que aún no tengo el placer de conocer.
La gente a nuestro alrededor cree que al vernos lo nuestro recién comenzará, y no podrían estar más equivocados. Éste no es el principio de la historia, sino el cierre de un capítulo donde construimos todos los cimientos y los derrumbamos una y otra vez hasta estar satisfechos con el resultado. Construimos confianza, cariño, lealtad, comunicación, transparencia, madurez, compromiso, para que cuando llegara éste momento no fueramos unos novatos que se miran inexpertos sin saber qué sucederá.
Ahora, cuando nos miremos cara a cara a los ojos, la única duda que cabrá en nuestras mentes será:

¿Qué aventura perseguimos juntos ahora?