Notes

Respetable Sr. Baardsson:

Para el momento en el que esta carta llegue a usted y sea leída, muy posiblemente, yo me encuentre en la plácida delicia de los sueños, mismos que han mejorado notoriamente con su presencia. Le agradezco mucho a usted y a la fuerza de sus brazos. Espero flamantemente que se encuentre muy bien y que su descanso haya sido más que perfecto. El motivo principal de estas palabras, supondrá, no es más que uno de los tantos desvaríos "verbales" que suelen atacarme; maldición de los artistas y suplicio sublime de los enamorados. Soy la mezcla de ambas cosas, es decir, soy un artista enamorado. Confesarlo es innecesario y negarlo equivaldría al más terrible de los pecados capitales. Así que, quise aprovechar y poetizar este desvelo para escribirle.

Cuando le veo dormir, es presenciar un paisaje indescriptible. Es olvidar al Universo y sentirme parte de algo mucho más complejo e inmenso que la propia eternidad. A veces, cuando le atormentan malos sueños, se remueve entre las sábanas, por lo que algunas partes de su cuerpo quedan expuestas muy generosamente para mimar a mi ya exigente y atrofiado deleite. En ocasiones, busca con una ráfaga de instinto, algo a lo cual abrazar, así que me ofrezco con dicha para ser sometido al apretujo de sus necesidades. Si el sueño empeora, puede incluso dañar nuestro lecho. Han habido madrugadas en las que algunos golpes me han hecho girar para observarle, dedicándole minutos para besar su frente y arrullarle hasta calmar las terribles pesadillas que lo atosigan. Algunas veces triunfo, algunas otras fracaso. Pero jamás le he dejado a solas. ¿Por qué abandonar mi propio lugar, el cual yace en su pecho?

Sofocado por la perversión de mis básicas tempestades, confieso le he acariciado con discreción. No me excedo, pero no lo considere respeto y cortesía, sino porque mi morbosidad no se equipara al delicioso placer que me engendra escucharle, tener su mirada conectada con la mía y saberle consciente y delirando por poseerme. Inconsciente e inmóvil sus ideas no fluyen con la discordia que tan característica nace en usted. Pero es dormido cuando puedo contemplarle vulnerable.

Comienzo divagar...
Disculpe, pero he de terminar aquí, ya que dedicaré la energía aún latente de mis manos para tocar lo que me pertenece; a usted.

Compleja y eternamente suyo...
- Raphael Abyss Bellerose.

P.D: Qué exquisito aroma desprendía esta noche.