Notes

Siete mil trescientos cinco días. Y dicen que, cada uno de ellos, has aprendido algo nuevo. ¡Qué memoria!
Resulta fascinante el hecho de pensar lo rápido que se pasan. Uno detrás de otro. ¡Cuántas lágrimas habrán caído por nuestras mejillas y cuántas amistades de humo habremos cosechado! ¡Cuántos abrazos nos han devuelto a la vida y a cuántos hemos alegrado con nuestra sonrisa–y más con la tuya!
Sin embargo, no importa lo recorrido sino lo que queda por andar–o eso dicen algunos–. Estoy convencido al cien por cien de que aún te queda mucha caña que dar y muchas personas con las que compartir tus (x-7305) días restantes (con x → ∞).
No es extraño tener presentes los sinsabores que nos brinda la vida y que, en el camino, aún quedan piedras por asfaltar; no obstante, soy consciente de que sabrás sacar luz entre tinieblas–para algo eres Begoña Molina Muros, ¿no?
Ha pasado ya un tiempo desde que dejé Málaga y no sé la distancia emocional que nos separará en este momento. Lo que sí sé y sí siento es la tranquilidad que me transmite verte cada x meses–soy muy pesado con las incógnitas, lo reconozco–y encontrarte tan única como siempre. Por suerte o por desgracia, las personas cambian con los años–sobre todo, el que se tachaba de auténtico–y, a pesar de ello, sigues siendo la misma chica risueña y sincera que no supo defraudarme y con un coraje que envidiaré eternamente. Miles de gracias por haberme aportado tanto y miles de disculpas por mi terquedad y mi estupidez: he aprendido a ser positivo y tú fuiste mi mejor maestra. Perdóname por haber sido tan mal alumno.
No sé si será la última “carta” que redacto un 2 de enero: sólo el tiempo dirá. Si así fuera, te deseo con todo mi corazón que aproveches cada instante y que cumplas muchos más sueños que años.
¡Ah! Y que si echamos algún día una cerveza, que no sea Cruzcampo, pleeeease :)

Felices veinte, corazón.