Notes

Mis ojos permanecían sellados, me encontraba embriagada en esta ensoñación profunda en la que nuestras almas se veían completamente inmersas, en donde el tiempo parecía detenerse y no existían prisas pues este momento nos pertenecía solamente a ambos, la noche era nuestra y la luna junto al cielo estrellado, los perfectos testigos de esta mágica y tan dulce coincidencia, nada más importaba en ese preciso instante que aquel infinito fulgor en el que ardían con vehemencia.

Mis sentidos de pronto pasan a ser solo uno junto a los tuyos, éramos una sola alma en un estado idóneo para alcanzar el séptimo cielo, e incluso llegar hasta mas allá del edén.

Un sinfín de sensaciones inundaban por completo mi ser. Mi cuerpo y alma convergían en íntegra disposición hacia donde sea que desearas guiarme y llevarme. El cálido aliento de tu boca sobre mi piel, seguido del camino de tan amorosos y coquetos besos, erizaban a mi piel por completo, era capaz de sentir electrificantes descargas sobre ésta, que ante tú tacto parecía volverse aún mas sensible que de costumbre, empezaba a sentirme mas débil ante cada roce por el inmensurable deleite que nacía en cada centímetro de mi cuerpo, y que me hacía querer más y más, anhelando cada vez menos distancia entre tu y yo.

Casi podía perder el control por completo pues cada vez me dejaba llevar aún más y eran mis sentidos quienes me incitaban a obedecerles enfocándome en ellos para que así guiasen mis acciones. De forma inconsciente me encontraba sonriendo levemente mientras que el ritmo de mi corazón, suspiros y jadeos no cesaban, me encontraba en una completa revolución, o mas bien, nos encontrábamos en una completa revolución del más puro placer.

Me sentía vulnerable ante aquellas deleitosas caricias que le proporcionabas a mi cuerpo, no pude evitar estremecerme ante el cálido contacto de tus largos dedos en la suave y delicada piel de mi abdomen y vientre por lo que un pequeño e involuntario movimiento se produjo en mi cuerpo, tampoco de llevar una de mis manos sobre la tuya —quizás como forma de no sentirme tan expuesta y buscar cierto control sobre aquella— con la yema de mis dedos acaricié suavemente de esta como guiando el camino que debería de seguir. Mientras que la otra viajó hacia tu nuca, buscando enredarse en tu cuero cabelludo, proporcionando un delicado masaje en la zona, el camino de besos en mi rostro vuelven a mis labios deseosos de un encuentro con los tuyos, me derrito al sentirles tan cerca y la sensación de necesitarte más se incrementa.