Notes

Un pequeño sentimiento de desasosiego cubrió su pecho justo antes de sentir esa ambientación tan tranquila... recordando un pasado encarcelado cuando percibía el polvo. Por supuesto, no era ningún motivo para decaerse en lo absoluto, simplemente... fue un alivio recordarse a si mismo haberse liberado de esa antigua jaula que tanto le tuvo cautivo por años. Le hizo sonreír el hecho de descubrir una felicidad victoriosa entre tanto disturbio que pareció imposible escapar, y ahora, aquí estaba, viviendo libremente sin la cadena de perro atada a su cuello.
Majima cerró la puerta, encaminado a acomodar un poco las cosas en el pequeño apartamento después de un tiempo ausente. Habían algunos elementos prescindibles de su estadía; un cenicero lleno sobre la mesa como un símbolo de un probable estrés, un traje elegante con un rojo carmesí y algo desacomodado expuesto sobre el cómodo futón, fotografías acompañando el traje a un costado donde involucraría a su hermano juramentado de la yakuza, e incluso, sus únicos buenos momentos al rededor de sus años jóvenes bajo el título del "Señor de la Noche". Un golpe de memorias se habían puesto de acuerdo para recibirlo, y al mismo tiempo... trató de ocultarlo discretamente para evitarse un sin fin de preguntas dadas por el menor que, después de todo, era bastante curioso.

Las palabras de Lee llegaron a sus oídos con claridad, él asintiendo a cada entonación como muestra de su entendimiento y darle la aprobación de ocupar lo que necesitase. Comprendía que era un cambio drástico de ambientación para él, por lo que le permitió enteramente sentirse a su gusto y sin ninguna presión. Su intención no era incomodarlo, era todo lo contrario.

── Lee-chan, tranquilo, puedes hacerlo. ── retractó su permiso, viendo de reojo a la pequeña. Majima estaba de espaldas hacia el licántropo inocente de todo lo que estaba haciendo, como fue su acción del despojo de sus manchadas prendas a tanta confianza.
── ¿Le gusta jugar con cuchillos...dices? vaya, pues... eso suena peligroso. jeje, al menos ella y yo tenemos algo en común, ¿no lo crees, L── ── su voz se cortó de inmediato cuando decidió darse la vuelta, teniendo la vista de su delgado cuerpo al descubierto.


Un fuerte sonrojo arrasó con sus mejillas y causó que el nerviosismo lograra tomar control de todo su cuerpo y sus sentidos. Como un acto de reflejo se estremeció, y rápidamente tomó en consideración la inocencia de la pequeña. El hombre tapó los ojos de su hija como pudo, y él también desviando la mirada ruborizada.

── ¡¡L-LEE-CHAN- USA EL BAÑO!! d-demonios... hay... h-hay una menor aquí, ¡tonto! ── habló a prisa con ese entorpecido tono de voz, encogido de hombros mientras trató de murmurarle y calmar alguna posible curiosidad ajena por parte de la pequeña.
── (...n-no mires, no mires, ¿bien? ) ── ahora estaba tenso.