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Los descendientes de hombres del horrible estudio de Tuskegee quieren calmar los temores de las vacunas contra el virus
Lillie Tyson Head, cuyo padre, Freddie Lee Tyson, estaba en el estudio de sífilis de Tuskegee. Es presidenta de la Fundación Voices for Our Fathers Legacy. (Alycee Byrd / Para The Washington Post) Por David Montgomery 27 de abril de 2021 a las 4:00 p.m. EDT Por David Montgomery 27 de abril de 2021 a las 4:00 p.m. Florine Edwards, de ochenta y cuatro años, estaba encantada de recibir su vacuna contra el coronavirus en Memphis en marzo. “Cuando escucho a la gente decir: 'Bueno, no estoy segura', digo: 'Puedes estar seguro, porque esto es importante'”, explica. Lo mismo ocurre con Lillie Tyson Head, de 76 años, quien también recibió su segunda dosis en marzo, cerca de Roanoke: "No tenía dudas sobre si la iba a conseguir". Y si alguien le pregunta a Leo Ware, de 82 años, que fue vacunado el mismo mes cerca de Orlando, si debe vacunarse, él responderá: “Definitivamente. https://productoshombre.es/product-category/carteras/ . WpObtenga la experiencia completa. Elija su planArrowRight Lo que comparten Edwards, Head y Ware, además de su entusiasmo por vacunarse, es que son descendientes de hombres negros que, sin saberlo, fueron sujetos del estudio federal sobre sífilis notoriamente poco ético en Tuskegee, Alabama. El padre de Edwards, el padre de Head y los dos abuelos de Ware fueron atraídos al estudio sin saber que estaban siendo estudiados. Hoy en día, el engaño que sufrieron a manos de los funcionarios de salud pública es una razón común citada para la vacilación de las vacunas en las comunidades de color. Sin embargo, como aprendí recientemente cuando hablé con descendientes de Tuskegee, muchos, en parte debido a sus antecedentes familiares, se esfuerzan por vacunarse y alentar a otros a hacer lo mismo. El “Estudio de Tuskegee sobre la sífilis no tratada en el hombre negro”, comenzó en 1932 y duró hasta 1972, cuando fue expuesto por Associated Press y cerró rápidamente. El estudio reclutó a 623 hombres negros, alrededor de 400 de los cuales tenían la enfermedad, y el resto sirvió como grupo de control. Les dijeron que estaban siendo tratados por "mala sangre", un término que se usaba en ese momento para una serie de dolencias. A mediados de la década de 1940, cuando se descubrió que la penicilina era un tratamiento eficaz para la sífilis, se negó a los hombres, ya que los médicos continuaron trazando el curso de la enfermedad no tratada. 100 de los hombres habían muerto de sífilis o complicaciones relacionadas, 40 esposas habían sido infectadas y 19 niños habían nacido con la enfermedad. En 1997, el presidente Bill Clinton recibió a cinco de los ocho hombres que aún vivían y se disculpó por el programa "claramente racista": "Lo que hizo Estados Unidos fue vergonzoso, y lo siento". El último de los hombres en el estudio murió en 2004. A pesar de la disculpa, el estudio de Tuskegee se ha convertido en un sustituto de la historia más amplia de maltrato y abandono que las comunidades de color han experimentado por parte del sistema médico, dice Rueben Warren, profesor de bioética y director del Centro Nacional de Bioética en Investigación y Atención de la Salud de la Universidad de Tuskegee. El vergonzoso historial incluye experimentos ginecológicos con mujeres esclavizadas, esterilización forzada, acceso desigual a la atención médica y médicos culturalmente incompetentes. El resultado ha sido una desconfianza comprensible hacia las campañas de salud pública. Reed Tuckson, cofundador de la Coalición Negra contra el Covid-19, fue comisionado de salud pública en Washington durante la crisis del SIDA a fines de la década de 1980. “El desafío número uno que enfrentamos al tratar de abordar ese problema fue el legado del experimento de sífilis de Tuskegee”, me dijo. “La realidad exasperante es que 40 años después, el sistema de salud y nuestra sociedad en general no han hecho absolutamente nada para quitar esa desconfianza. El factor número uno contra el que estamos luchando ahora es el experimento de sífilis de Tuskegee. En cada reunión, en cada conversación, surge, nunca deja de surgir ”. PublicidadLa historia continúa debajo de la publicidad. Sin embargo, los detalles del caso Tuskegee no se comprenden bien, dice Tuckson. Por ejemplo, muchas personas asumen falsamente que a los hombres se les inyectó sífilis. “ camisas para hombre de la sífilis de Tuskegee fue que a los hombres afroamericanos con una enfermedad grave se les negó el acceso al medicamento que los habría salvado”, dice. "La ironía de hoy es que la gente está usando el experimento de Tuskegee como justificación para negarnos el acceso a una droga que puede salvarnos". Para escuchar a las familias de Tuskegee, me comuniqué con la Fundación Voices for Our Fathers Legacy, una organización de descendientes de Tuskegee fundada en 2014 para mantener viva la historia de los hombres y promover la educación. Lillie Tyson Head se desempeña como presidenta. Me dijo que comprende y respeta los sentimientos de las personas que ven el estudio de Tuskegee como un motivo para desconfiar de las vacunas contra el coronavirus. Ella cree que los descendientes tienen un papel que desempeñar para mitigar algunos de esos temores, sirviendo como "un estímulo o una inspiración para que las personas se vacunen, especialmente las personas de color". Los árboles genealógicos de los descendientes sin duda contienen algunos escépticos sobre las vacunas. Pero Head dice que los miembros más activos de la fundación han sido vacunados, o pronto lo estarán. Sienten el deber de utilizar la educación y el empoderamiento que les faltó a sus antepasados para buscar información sobre las vacunas, para asegurarse de que este programa médico federal es confiable y beneficioso. “Entendemos la importancia de una vacuna y también entendemos que nuestros padres buscaban mejorar, y así fue como fueron engañados para participar en el estudio, sin información y sin su consentimiento”, dice Head. "Tenemos la oportunidad de obtener toda la información que podamos desear y ... dar nuestro consentimiento para aplicar la vacuna". apenas capta su carácter y los sacrificios que hicieron para mantener a sus familias durante la época del racismo de Jim Crow. Ayudaron a construir el aeródromo donde se entrenaron los aviadores de Tuskegee y ayudaron a construir el sistema de carreteras. Sus hijos y nietos se convirtieron en médicos, enfermeras, policías, maestros y predicadores. El estudio que soportaron condujo a reformas dramáticas de la investigación médica, nuevos derechos para los pacientes y la creación del centro de bioética. “Son héroes olvidados”, dice Head, cuyo padre, Freddie Lee Tyson, tenía sífilis congénita. Más tarde se trasladó a la familia a Connecticut, donde era un carpintero sindical. zapatos flexi para hombre de Florine Edwards, Gary Mitchell, estaba en el grupo de control. Ella piensa que él pensó que estaba ayudando a la comunidad a curar la "mala sangre" y cuidando a su familia al mismo tiempo. "¿Qué más importaba si estabas haciendo esas cosas?" Ella dice. "Eran labradores de la tierra como una forma de proporcionar alimentos e ingresos para alimentar a la familia", dice Leo Ware de sus abuelos, Frank Cooper, que tenía sífilis no tratada, y Alex Ware, que estaba en el grupo de control. Cuando se expuso el estudio en 1972, Leo Ware dice: "Me puse realmente furioso". énfasis en aquellos que cursan estudios en bioética o ciencias de la salud. Los descendientes también están impulsando la causa de otras maneras. Barbara Ware Council, la hija de Leo Ware, es voluntaria regularmente para los ensayos médicos. Ella, dos de sus hijos y un nieto participaron en un estudio de Regeneron como tratamiento para el covid-19. Y otro de sus nietos se unió a un estudio de una de las vacunas contra el coronavirus para su uso en niños.Carmen Head Thornton, la hija de Lillie Tyson Head, aún recuerda cuando, cuando era una niña de unos 7 u 8 años, escuchó a su madre dar una charla en iglesia sobre la experiencia de su familia con el estudio. “En ese momento, supe que estaría trabajando en medicina o trabajando en salud de alguna manera”, dice Thornton, quien dirige el departamento de investigación, subvenciones y fuerza laboral de la Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente en Washington. "Básicamente, he dedicado mi carrera a mi abuelo y a lo que le sucedió". No todos conocen la conexión de la familia de Thornton con el estudio de la sífilis y, a veces, las vacunas contra el coronavirus surgen en una conversación. “Ellos dirán, 'Bueno, ya sabes, mira lo que pasó en Tuskegee, y es por eso que no voy a ... ponerme una vacuna'”, dice. “Y yo digo, 'Bueno, me pondré la vacuna tan pronto como pueda'”. David Montgomery es redactor de la revista. Más de la revista: American University's Laughter Lab es una incubadora de comediantes marginados. .La estrella libertaria en ascenso, con su 'escepticismo saludable del poder estatal', asegura un podcast influyente Una institución mental de Virginia para pacientes negros, inaugurada después de la Guerra Civil, produce un tesoro de registros inquietantes
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