Notes

Rubí

La pobre chica está sentada en la vieja silla de metal. los largos cabellos le caen sobre los hombros, cubriéndole la mitad del rostro. En sus ojos negros como tinta brilla una chispa de algo que el doctor no puede reconocer. Miedo? Curiosidad? Burla? No. Definitivamente es algo más. Hay algo en esta chica que no encaja, algo que simplemente no hace sentido. Algo está mal. Pero bueno, cuando está algo bien cuando llega al psiquiatra? Nunca.
El doctor toma asiento en la silla enfrente de la muchacha. La habitación es pequeña, pobremente iluminada por un foco y, a decir verdad, bastante sucia. Es una lástima que tengan que reunirse aquí en lugar del consultorio, pero no hay nada que se pueda hacer. El doctor mira a la chica, analizando y examinando. Es bonita, aún en el estado en el que se encuentra. Seguramente ha de ser preciosa en mejores condiciones. A simple vista se puede notar que es una chica diferente, fuera de todo lo convencional y esperado. Por ejemplo, y a diferencia de las otras muchachas, no da muestras de haber llorado. El resto de las muchachas tienen los ojos rojos e hinchados, algunas incluso no pueden dejar de sollozar. Sin embargo ella está sentada ahí, quieta y callada, sin ninguna expresión en el rostro. Si miras detenidamente puedes ver las ojeras debajo de sus ojos, pero eso era de esperar tras una noche entera sin el más mínimo descanso.
Uno podría pensar que en realidad es una estatua, de tan quieta y silenciosa, con la mirada perdida seguramente en los recuerdos de la noche anterior. Y de repente, así de la nada, la joven dirige su atenta mirada al doctor y esboza una perfecta sonrisa. Éste sonríe y dice "Buenos días Mara"