Notes

Aún no sé cómo quedará este formato, pero supongo que después de año y medio hartándome de paréntesis y de integrales, mis “l” y mis “S” no quedarían del mismo modo sobre un papel.

Son ya casi dos décadas conociéndote–o al menos intentándolo–y ya sabes: soy un poco tozudo y mis opiniones no varían en gran medida con el paso del tiempo. Cada 29 de noviembre, me supone un reto superior lograr sacarte una sonrisa cuando lees mis moñadas de turno, así que, espero estar a la altura.

Tampoco creo que te haya pillado por sorpresa que me haya presentado en tu cumpleaños, y es que no podía ser para menos. Pese a la distancia que nos separa–más emocional que física–, me alegra muchísimo ver lo poco que has cambiado: sigues siendo la chica risueña, convincente, agobiada por los estudios y segura de sí misma. Y bueno, ¡ahora bebes cerveza!

Probablemente, esté un poco más ausente intentando no volverme loco; pero quiero que sepas que nunca sé si hice bien en abandonar Málaga y tú me ayudaste. Aunque se me abría un abanico enorme, no lo aproveché e hiciste que no me sintiera solo. Cualquier agradecimiento pasado se queda en el baúl. Gracias por recordarme que siempre hay un lugar al que volver y que no fue un viaje solo de ida.

Por mi parte, siento no haber sido útil para ti estos meses. Siento no haber estado lo suficientemente atento y siento que tengas que aguantar mis mierdas siempre.

Si es mi última carta, deseo con todo mi corazón que encuentres tu sitio y que te comas el mundo. Te estaré vigilando la dieta para que no engordes y te ayudaré en todo lo que necesites; porque para eso están los amigos, para ir al infinito y más allá.

Sé muy feliz, corazón.