Notes

Desde el primer día que te vi, robaste toda mi atención y despertaste una enorme curiosidad dentro de mí. Por alguna razón, quería descifrar a ese chico, cuyo nombre era lo único que sabía sobre él, que lograba sacar una parte tan desconocida de mí y que me impactaba cada vez más pasaba el tiempo junto a él.

Con el tiempo, fui descubriendo pequeñas cosas sobre ti. Aquella barrera entre nosotros, se iba borrando y mientras nuestra confianza crecía, mis sentimientos comenzaban a despertar. Siempre que pienso aquellos tiempos de nosotros, me pregunto a mí misma “¿cómo no caería ante ti?”. No podía engañar a nadie, ni siquiera a mis amigos. Yo solo quería explotar y permitirme sentir sin tener que esconderme más.

No sé si lo sepas, pero algo que me gusta mucho hacer es observarte. Existen un montón cosas que no puedo comprender, pero cuando te veo no busco encontrar respuestas para “entender” detalles sobre ti como lo relajado, suave y sutil que te ves haciendo cualquier cosa, y que dentro sigas siendo todo aquello, con una mezcla de nenito que le gusta divertirse, molestarme y aprender nuevas cosas lo cual me parece muy adorable aunque no lo creas.

Ante mis ojos, te ves completamente irreal. Cada parte de ti, te vuelve en un príncipe, mi príncipe y en lo único que puedo pensar antes de dormir es en ti. Por las noches, me gusta repasar todo lo que eres y todo lo que llego a conocer cada día, porque llego siempre a la misma conclusión; soy muy afortunada. Porque soy yo quien puede escuchar tus ocurrencias, conocer tus mañas, fastidiarte, observarte mientras duermes, darte mimos como el niño chiquito que eres (ñam), admirar cada parte de ti estés dormido o no y estar siempre para ti.

Me ofreces tanta paz con tan solo tu presencia, por eso me gusta tanto pretender estar dormida cuando estoy contigo, porque sé que a tu lado no podría pasarme nada malo. Eso me lo has demostrado desde el principio, siempre cuidando de mí. Jamás me había sentido tan protegida de todo el mundo y hasta de mí misma.