Notes

Cuando pudo ver el pequeño edificio donde vivía, soltó un gran suspiro, había estado a nada de pegarlo a la pared de golpe y robarle el beso mas violento de su vida. Las lágrimas habían cesado, pero era de esperarse, él era el único que le podía llenar de paranoia y el único que podía calmar hasta la peor tormenta en su interior con sólo un contacto. Aún así, tenerlo cerca le estaba matando en todos los sentidos posibles. Abrió con sus llaves la puerta principal, entrando a la recepción del par de departamentos. Su hogar era en el segundo y último piso, así que subirían escaleras. —Espérame, es una mierda.— Le dijo, entrando al departamento primero. No había desorden, en realidad, carecía de muebles al no poseer cuartos exceptuando del baño, sólo había sido una excusa. Lo que en verdad le preocupaba eran las decenas de fotos regadas por todo el lugar del joven que era su todo, el mismo que ahora le esperaba tras la puerta. Recogió el felpudo de elefante y el anillo falso de su primera ida a la feria, los variados discos de vinilo que tenían sus canciones especiales, y tapó con una manta las pinturas que había hecho de él ó los poemas que había escrito inspirándose en sus memorias. Entonces, lo dejó pasar. Lo conocía tanto que no le debió sorprender el estilo bohemio de su casa. Con pinturas de colores fríos que contrastaban con la madera, luces led que alumbraban el lugar, ventanales enormes que mostraban las montañas italianas, fotos enmarcadas de Bon Jovi en sus mejores épocas, pinturas al óleo manchando sin preocupación las sábanas blancas, cocina de madera desteñida y refrigerador repleto de fotos de Brooklyn, almohadas tiradas alrededor de la alfombra con vista directa a lo que reflejara el proyector. Además, su fascinación por las flores rojas se demostraba al tener tantas de éstas como decoración. —Bueno cielo, los dos estamos cagados de fríos, y sólo hay una regadera. Así, que, pase usted, afortunado…—Avisó sin expresión en su cara, abriendo la puerta del baño y dándole el paso para luego quitarse su camiseta empapada, echándola al bote de ropa sucia. Obvio le daba vergüenza que lo viera, ya no era un novio hermoso, notaría su pérdida drástica de peso. Se dirigió al armario para sacar una pijama del contrario que utilizaba para arrullarse en las noches y dormir con su aroma. Sólo quería que pasara rápido, no lo quería más ahí, en verdad le destruía estar juntos y tener que dejarlo ir por segunda vez. Con él, era débil y todo su proceso de rehabilitación se iría a la mierda.