Notes

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Relatos

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En lo que duraba un suspiro, los cielos del pintoresco pueblo de Mystic Falls se habían cubierto de un particular color marrón rojizo, dando paso al viento y a la lluvia que descargaba todo el agua con fuerza y parecía amenazar con no detenerse durante un buen rato. Todo indicaba que aquella noche iba a ser tan tranquila como la de cualquier otro día, o eso creían la mayoría de sus habitantes mientras se refugiaban en sus casas y en los locales más cercanos, esperando a que en cualquier momento el tiempo les diese una tregua por mínima que fuese para volver a sus vehículos y regresar a sus casas; lo que nadie esperaba era la llegada de sus tres nuevos -o no tanto como pensaban- habitantes. Su padre Damon conducía su nuevo todoterreno negro mientras que Bonnie hablaba por teléfono y esbozaba una amplía sonrisa, despidiéndose de Caroline tras explicarles que los tres estaban llegando a casa y se encontraban bien. Entonces colgó y la pelirroja se incorporó hacia delante, apoyando sus brazos y mejilla contra el asiento de su madre, suspirando.

― ¿A dónde vamos? ¿no nos estaban esperando el tío Stefan y la tía Caroline? -preguntó mientras pasaban de largo de la mansión-

― Vaya, por fin hablas. Empezaba a pensar que un licántropo te había arrancado la lengua y se la había comido -le sonrió reflejando cierta burla en su rostro mientras la miraba por el espejo retrovisor y continuaba conduciendo-

― Casi. De hecho, Brandon estaba en ello cuando llegaste, lo lanzaste contra un árbol y me secuestraste. Por cierto gracias por arruinar mi primer beso, papá -le devolvió la sonrisa, imitándole-

Después de sus últimas palabras, Selena volvió a pegar su espalda contra su asiento y a cruzar sus brazos y piernas sin embargo, su mirada no se había apartado de la de su padre mientras él borraba su sonrisa y continuaba conduciendo hasta la casa de Bonnie. Estaba enfadado, no por el hecho de que su hija decidiese dejar de pasar tiempo con él para después encontrarla en mitad del bosque dejándose besar el cuello por un licántropo, no porque Brandon fuese seis años más mayor que ella y en su mente sólo pensase en cómo pasar de esa fase y desnudarla lo más rápido posible —aunque mentiría si dijese que una parte de él no estaba deseando destriparlo por intentar aprovecharse de su inocencia; por eso se sorprendió él mismo cuando simplemente le estampó contra el árbol y le hizo atravesar unos cuantos más—. Tampoco porque tuviesen que dejar sus vidas en el ecléctico pueblo de Stowe, en Vermont, en el que llevaban desde el nacimiento de su hija. Lo que realmente le molestó fue que Selena se dejase engañar por alguien que conocía desde hacía tan poco tiempo como para que le convenciese de tener que matar a uno de su manada para salvarlo, y para colmo, que Brandon fuese capaz de herir a la novia humana del otro licántropo, simplemente por haberlo presenciado todo. Selena había nacido como bruja y siempre se había alimentado como una humana más, nunca había probado la sangre y Brandon lo sabía; sabía que si hería a esa chica, Selena iba a sentir la necesidad de alimentarse de su sangre y al ser la primera vez que se alimentaba, no sería capaz de parar. Y así fue.

― Créeme, con el tiempo agradecerás que ese perdedor no fuese tu primer beso -hizo una mueca mientras aparcaba frente a la casa-

― Brandon no es un perdedor -puso sus ojos en blanco durante unos instantes- quería dejar la manada para estar conmigo pero apareció su Alpha e intentó matarme, él lo impidió y me salvó.

― ¡Te engañó! -exclamó- a los dos. Le convenció de que eras tú la que querías matar a toda la manada y a su novia, por eso el Alpha os atacó primero y él te defendió, Brandon tenía que hacerte creer que también estaba en peligro para que tú lo atacases con todas tus fuerzas. Así te transformarías en híbrido.

Selena lo comprendió todo al instante y se empezó a sentir mal; Brandon quería que se transformase en híbrida y matase a su Alpha para convertirse él en el nuevo líder de la manada. ¿Quién iba a desafiarlo si tenía como pareja a una híbrida? nadie. Que estúpida había sido y que furiosa se sentía ahora, tanto que deseaba volver para terminar con Brandon con sus propias manos. Y desde luego iba a hacerlo. No ahora ni tampoco mañana pero un día de estos, cuando menos lo esperase lo haría. Volvería y le haría desear no haberla conocido.

― ¡Damon! eso no tenía por qué saberlo -le reprochó Bonnie mientras se miraban mutuamente a los ojos-, Cariño, siento lo de Brandon pero nosotros seguimos aquí y siempre lo estaremos, pase lo que pase -contestó esta vez mirando a su hija-

― No importa, Brandon ya es historia -se apresuró a contestar-. Seguro que los tíos nos están esperando dentro, entremos antes de que se preocupen -sugirió-

― Cariño, Stefan y Caroline no están aquí; donaron la mansión a Alaric para que fundase una escuela y se fueron a vivir a Europa -le explicó su madre-

― Sí. Y ya que vamos a pasar una temporada aquí, habíamos pensado en inscribirte allí -contestó su padre- hay más vampiros, licántropos y brujas como tú así que no tendrás que preocuparte de tener que ocultar tus poderes

― Genial, me queréis meter en una cárcel -frunció su ceño y prosiguió- una cárcel sobrenatural

― Mala suerte, pequeña. Alaric utiliza las celdas del sótano para los hombres lobo aunque si te portas mal, quizás te encierre con ellos -se desabrochó el cinturón para girarse y sonreirle de nuevo de forma burlesca-

― Muy gracioso papá -contestó mientras le observaba y después lo hizo con su madre- no quiero ir allí.

― ¿Por qué no? ¿qué tiene de malo? podrás hacer muchos amigos -contestó mientras se desabrochaba el cinturón y se giraba para observar a su hija-

― Nada, supongo. El problema es que sé por qué me queréis enviar allí y es porque tenéis miedo que me descontrole y pueda herir a alguien -en ese instante Selena desabrochó su cinturón, abrió la puerta con una mano mientras que con la otra cogía su maleta, y después corrió a velocidad vampirica hasta el porche; susurrando al mismo tiempo para que sólo su padre la escuchase-. Tío Stefan y tía Caroline iban al público y no hirieron a nadie, estoy segura que también podré controlarlo.

Damon rechineó entre dientes. Él iba a transformar a Bonnie en vampira para pasar el resto de su eternidad juntos cuando se enteraron de que estaba embarazada y esperaban a la pequeña Selena, entonces decidió esperar. Esperar a que Selena cumpliese los diecinueve para transformarlas a ambas pero el día de su cumpleaños se retractó de su propia decisión; la pelirroja había crecido como bruja y parecía estar feliz como tal, además, en su mente no podía apartar sus miedos. Miedo a que se transformase y se volviese una destripadora como Stefan o que algún día decidiese apagar su humanidad como hizo él en más de una ocasión... A los dos hermanos Salvatore les costó muchísimo cambiar y ambos coincidieron en que no querían una vida así para ella, y quizás ese mismo miedo les llevó al error de ocultar ciertas partes de su pasado.

― Quizás deberíamos darle una oportunidad, después de todo ella nos tiene a nosotros y... -contestó cuando Damon la calló con un apasionado beso-

― Se la daremos -susurró mientras miraba sus ojos y acariciaba su mejilla-

Sólo hacía falta una mirada para que ambos se entendiesen y aunque esas miradas estaban cargadas de amor y pasión, también lo estaban de precaución; Bonnie sabía que una parte de Damon le había besado porque le apetecía pero también porque la otra sabía que Selena, al ser ahora una híbrida, podía escucharles. La bruja casi se descuida y se va de la lengua asegurando que Selena no tendría por qué ser como lo eran ellos. Por otra parte Damon ya estaba haciendo mentalmente sus planes; quería darle esa oportunidad pero no podía dejar a una recién transformada a su libre albedrío aunque fuese su propia hija. No había vuelta atrás, la entrenaría hasta que dominase sus poderes y la vigilaría para cerciorarse de que era capaz de controlar su sed de sangre.

Un par de minutos más tarde salieron del coche y se dirigieron al maletero para recoger sus maletas y un par de cajas. Bonnie lo cerró con su magia mientras ambos se dirigían junto a su hija, después de todo, no había nadie observando así que no tenían nada por lo que preocuparse. La familia entró y se acomodó con rapidez después de que Bonnie invitase a Selena a entrar, "sólo podrás entrar en las casas si te invitan sus propietarios" le advirtió Damon mientras la pelirroja soltaba un leve quejido; que aquella regla no le hacía gracia, era evidente. Mientras tanto su madre sonreía porque para ella todo estaba exactamente igual a como lo recordaba. Cuatro habitaciones en el piso de arriba, dos cuartos de baño situados en la entrada y en el piso de arriba respectivamente, una cocina reformada y un salón que habían decorado hacía seis años durante las primeras y últimas vacaciones de verano que pasaron aquí con Selena para conocer a sus tíos.

― Cenaremos dentro de unos minutos -advirtió la bruja mientras se dirigía a la cocina y Damon subía a toda velocidad las escaleras para abrir las maletas y guardar toda la ropa en los armarios-

Por su parte, la pelirroja se limitó a asentir y simplemente subió las escaleras y se instaló en el antiguo cuarto de su madre. Estaba casi vacío desde su última mudanza pero a Selena le gustaba así, después de todo tenía una cama, un armario y un antiguo tocador de madera blanco a juego con el espejo que le podía servir a su vez como escritorio. ¿Qué más podía pedir? con eso ya era suficiente. Sel estaba colgando su ropa en el armario cuando observó en el suelo un tablero de madera mal colocado; debajo descubrió un par de fotos en las que aparecían sus padres y sus tíos con otros desconocidos para ella aunque intuyó que eran viejos amigos pero, lo que realmente le llamó la atención a la híbrida, fue el diario que encontró debajo y que inmediatamente sacó. Al leer la primera página descubrió que pertenecía a Stefan pero, ¿qué hacía allí? era evidente que quien lo escondió no quería que nadie lo encontrase o no lo habría escondido.

― La cena está lista, bajemos -contestó su padre mientras aparecía de la nada y se detenía en la puerta-

― ¿Cómo lo sabes? no he escuchado a mamá -contestó Selena mientras se apresuraba a esconder de nuevo el diario, sin que Damon se percatase-

― Una de las ventajas de ser vampiro. No hagamos esperar a tu madre o se enfadará -respondió mientras ella asentía-

Tal vez fuese por la inercia o por desconocimiento pero su madre le había preparado un suculento plato de arroz y ensalada, justo como solía hacerle cada Domingo y sin embargo, Selena no era capaz de probar casi bocado; no porque no tuviese hambre sino porque en su mente sólo podía pensar en la sangre de aquella deliciosa humana. Fantaseó durante unos segundos con probar más pero al darse cuenta de que lo hacía, se repitió a sí misma que parase, que esa no era la verdadera Selena.

― ¿Todo va bien Selena? no has comido casi nada y es raro porque es tu plato favorito.

― Sí... Sólo es que estoy cansada, ha sido un día muy largo. Voy a ir a descansar -se levantó, retiró su plato para llevarlo a la cocina y al volver depositó un beso en la mejilla de cada uno de sus padres y después subió a su habitación-

Sentía que necesitaba distraerse y al entrar en su cuarto, pensó en leer el diario de su tío. Tal vez no debía hacerlo pero no se le ocurría que otra cosa hacer, así que le pegó una ojeada rápida pero no podía concentrarse; ya no por la sed de sangre, que también, sino porque escuchó las risas de su madre acompañadas de un "shhh" mientras su padre jugaba y fingía que le mordía el cuello aunque en realidad, lo que hacía era besárselo. Tierno, pensó, pero aquello le desconcentraba y sólo le hacía pensar más en la sangre así que no dijo nada y simplemente se puso su capa roja con capucha para refugiarse de la lluvia, después cogió el diario, un paraguas y salió por la ventana. Luego bajó por el enrejado de madera en el que las trepadoras estaban enrolladas, abrió el paraguas y se marchó en dirección al Mystic Grill, ya que era uno de los pocos lugares que recordaba vagamente desde que había estado de vacaciones y en el que estaba segura que podría concentrarse mejor.