Notes

Chau.
Nunca imaginé que iba a estar escribiendo una carta al revés, despidiéndome en lugar de saludando, pero siempre hay una primera vez para todo.
Primero y principal, necesito despedir(nos)te para terminar de encontrar mi paz mental, para recuperar la única parte mía que te queda, porque el resto ya lo recuperé, solo me hace falta esta pieza tan importante para continuar como merezco. Esta pieza es la esperanza.
Y este es el “chau” que nunca nos dijimos, siempre fue un “nos vemos” o un incluso la nada misma. Pero hoy yo voy a apretar el gatillo, es lo más justo, tanto para mi, como para vos.
Y voy a ser breve, esta no es una carta de amor, es una carta de adiós. Tampoco vengo a echar culpas, ni a pedir perdón. Vengo a decirte adiós. Bueno, a vos ya te dije adiós, pero no al “nosotras” que alguna vez existió, incluso sin necesidad de una etiqueta.
Atesoro lo que me enseñaste, todo lo bueno que me causaste... ¿y lo malo? Después de esta carta lo estoy prendiendo fuego, porque necesito ser libre, no puedo volver a estancarme, no va a pasar porque soy más que mis traumas, soy más que las personas que pasaron y me destrozaron. Soy mucho más y lo aprendí sola. Sin necesidad de alguien que me sostenga la mano.
Quizá tenía que pasar. Destrozarnos, digo. Seguramente tenía que pasar.
Yo tenía que volverte loca de la peor forma existente en vida.
Y vos tenías que calarte hasta mis huesos para después reventarlos como dinamita.
Supongo que el problema fue jugar a las heroínas, a ver quién salvaba a quién.
Me quedo con la conciencia tranquila porque lo intenté todo.
Y no sé hacer cartas, menos sé decir adiós de una manera poética o rítmica. No tengo esos dotes.
No me busques, yo prometo no hacerlo, después de esto pienso encadenar a mi corazón que cada tanto nos extraña. Porque no, no te extraño, extraño lo que alguna vez fuimos. Fantasías de adolescente. Extraño nuestros planes imposibles de concretar y vos siguiéndome el juego aún sabiendo que eran puros delirios. Extraño el verano pero no el invierno que me dejaba cada discusión que teníamos.
Extrañaba más mi libertad y paz mental, espero que estés felicitándome después de esto.
Te odié mucho, ¿sabés? Te odié y te amé demasiado. No voy a ir con el verso de “yo no te odio porque pasamos momentos felices”.
No.
Te odié con una intensidad que no conocía.
Te odié.
Te lloré.
Te extrañé.
Y ahora te estoy dejando ir.
Sin odio.
Sin llanto.
Estoy divagando.
...
Te deseo lo mejor y si bien no puedo decirte “acá estoy si necesitás hablar”, en la estrella que más te guste, justo ahí, estoy si necesitás hablar. Así sea para contarme que lograste casarte con la española que escribía o con Billie, Alba o si lograste abrazar a Natalia.
No me busques y por lo que más quieras, no me respondas. No me hables. Yo necesito seguir y vos también. Juntas no pudimos, ahora quiero hacerlo por separado. No me arrepiento de haberlo intentado, pero también estoy segura de que esto es lo mejor y la única opción.
Dicen que después de la tormenta, sale el sol.
Las tormentas me encantan, son mis favoritas, pero estoy muy pálida, es hora de fundirme en la calidez del señor Sol. Que después de todo, no es tan malo.

Apreté el gatillo. Nos dejé ir. Nos di un adiós.