Notes

El hombre que vestía de negro se encontraba en constante movimiento, vigilando de vez en cuando su espalda mientras intentaba camuflarse entre el salvaje y frondoso bosque de los taínos; entre sus brazos llevaba a la que parecía una recién nacida que no cesaba en sus sollozos por mucho que el hombre le meciese, ya que la pequeña no podía evitar sentir miedo por aquel nuevo mundo al que habían llegado.

- No me extraña que tengas miedo, este mundo no se parece en nada al nuestro pero debes de ser fuerte, Onelie.

- Muévete Laurent y deja ya a esa niña. Si la organización descubre que les hemos traicionado y encima tenemos a la niña... No quiero pensar qué nos harán.

- Tranquila, "X", cubrí nuestras huellas antes de llegar aquí para que no pudiesen localizarnos durante los próximos meses. Además le debía esto a Diora.

- ¿Por qué? ¿de verdad ha merecido la pena traicionarlos para buscar a esa niña en la otra galaxia y traerla hasta aquí por ella?

- Claro que sí, la organización intentó esclavizar a nuestras familias y venderlos a otras criaturas a nuestras espaldas; todo porque querían reducir el número de habitantes y tenernos disponibles exclusivamente para ellos. Y de no ser por ella que tiro de sus contactos para mandarlos con gente de confianza a otras tierras sin que nadie lo supiese, nunca nos habríamos enterado.

- Malditos, no tenía ni idea. ¿Crees que querrían reducir la población para tener a más de su parte e ir de nuevo en contra de los reyes?

- Es probable. Vamos, ya hemos pasado demasiado tiempo aquí.

- Esto será lo último que recuerdes... Espero que tengas más suerte en este mundo, Onelie

Después de aquellas palabras, la
(Sin terminar)