Notes

Nada más visualizar la boca de metro que esperaba encontrarme en esa calle, me dirigí contigo a mi lado hacia las escaleras de la misma para bajar a la entrada, por donde pasamos para más tarde acercarnos a los tornos.
- Ven aquí.
Comenté tras echar un breve vistazo a la estancia, percatándome de que a esas horas ya no había ningún guardia trabajando. De ese modo, tiré de tu mano y te coloqué delante de mí, aprovechando la situación para restregar mi entrepierna durante unos breves segundos contra tus nalgas. Al mismo tiempo, mi mano libre se dirigió hacia el bolsillo trasero de mi pantalón, de donde saqué el bono mensual que utilizaba cuando tenía que viajar en transporte público. Lo pasé por el lector que tenía al lado y te empujé con mi pelvis para que empezaras a caminar en el momento en el que las puertas se abrieron, continuando mis pasos detrás de ti para pasar a la misma vez que lo hacías tú y, de ese modo, colarte.
- Un ''gracias'' no estaría nada mal.
Comenté una vez que me había vuelto a colocar a tu lado, pasando mi brazo esta vez por encima de tus hombros para acercarte a mí mientras ahora nuestros pasos se dirigían hacia el andén en el que teníamos que coger el metro. Una vez allí, miré hacia el panel que teníamos frente a nosotros donde pude ver que únicamente le quedaban un par de minutos para llegar. Aproveché esos dos minutos para ponerme delante ti y buscar tus labios de nuevo, entreabriendo los míos para recibir tu boca en un lento arrastre en el que únicamente la punta de mi lengua sintió el tacto de la tuya, amagando al mismo tiempo con comerte la boca e introducirme dentro de ella, pero sin llegar a hacerlo. Una sonrisa marcó mis labios durante aquellos dos minutos, a sabiendas de lo mucho que me estabas odiando en aquél momento sin darte en ninguna ocasión nada de lo que tú querías. Poco después, escuché la llegada del tren y me posicioné contigo frente a una de sus puertas, pasando al interior del mismo cuando se paró y comprobando justo después que apenas había nadie dentro a esas horas de la noche.
- Únicamente son tres paradas, pero tenemos el metro para nosotros solos. Porque no me da tiempo a follarte en estas tres paradas, sino saldrías de aquí apretando las piernas. De hecho, aquél hombre de allí seguramente se masturbaría mirándonos.
Susurré esas palabras contra tu oreja más cercana una vez que estábamos sentados para que no pudiera escucharnos el hombre que había en el vagón de al lado, mordiendo seguidamente el lóbulo de tu oreja con lentitud y ensañamiento por el modo en que mis dientes fueron arrastrándose por tu piel sin una intención aparente de querer soltarlo.