Notes

Escuché el porterillo y corrí hasta él, alcanzándolo antes de que volviese a sonar y terminase despertando a mis padres. Lo coloqué en mi oreja y oí tu voz al otro lado, enarcando una de mis cejas con una sonrisa al oír tu comentario, pensando lo capullo que eras y la bofetada que tenía guardada para cuando estuvieses frente a mí. Respondí con un silencio y pulsé el botón que abría el portal, abriendo mi puerta después para apoyarme en el marco de esta, esperándote. Un minuto después apareciste en mi campo de visión y te acercaste a mí con esa sonrisa burlona que tanto me gustaba, y que odiaba admitir. Cuando llegaste a mi altura tiré de ti cogiéndote de la muñeca y cerré la puerta con cuidado una vez estuvimos dentro de mi piso. Sin decir una palabra te llevé hasta la cocina, aún sosteniéndote con mi mano. Esta se encontraba en la zona más alejada del cuarto de mis padres. Sabían que iba a recibir visita, pero no sabían que eras tú. Probablemente mi padre te echaría a patadas a estas horas si lo supiese. Cerré la puerta y encendí la luz, girándome después para echarte una mirada, hablando en un tono bajo.- Pero tú de qué vas, gilipollas.-Me acerqué a ti y puse mis manos en tu pecho para empujarte hacia atrás, dándote así un pequeño empujón que hizo que tu sonrisa se ampliase aún más.- Te tenía que haber dejado en el portal.