Notes

𝐃𝐞𝐜𝐞𝐦𝐛𝐞𝐫, 𝟐𝟎𝟎𝟒. 𝐌𝐚𝐧𝐜𝐡𝐞𝐬𝐭𝐞𝐫 - 𝐔𝐧𝐢𝐭𝐞𝐝 𝐊𝐢𝐧𝐠𝐝𝐨𝐦.
𝑁𝑒𝑤 𝑦𝑒𝑎𝑟'𝑠 𝑒𝑣𝑒 𝑃𝑎𝑟𝑡𝑦. 𝐵𝑒𝑐𝑘𝑖𝑛𝑠𝑎𝑙𝑒'𝑠 𝐻𝑜𝑢𝑠𝑒.

Maldijo en su interior, su cuerpo se estremecía ante la idea de tenerla nuevamente de frente, daría lo que fuera por poseer una buena excusa para no hacerlo, para huir en dirección contraria y proponerse olvidarla; sin embargo, ya lo había intentado y por cuatro años fracasó, de la forma más miserable posible. Tal vez esa era la razón por la que, aún a pesar no querer, ahora se encontraba volando hacia Manchester, contra su propio juicio seguía lo que el corazón decía y aborrecía su ser por estar tan asustado. Y es que, la última vez que estuvieron juntos le traía un recuerdo agridulce, podía sentir su piel cuando tocaba la de otra mujer, sus labios cuando besaba a otra, y solo escuchaba como ella gemía su nombre mientras estaba con alguien más; como si se tratara de una maldición, si creyera en la magia estaría seguro que Olivia le había tirado un hechizo.

«𝐸𝑟𝑒𝑠 𝑖𝑔𝑢𝑎𝑙 𝑎 𝑡𝑢 𝑚𝑎𝑑𝑟𝑒» —sus manos se hicieron puños al recordar la mirada que tenía ella cuando le escupió esas cinco palabras antes de salir de su estancia tirando la puerta. El profundo enojo y la indignación que experimentó ese día seguía tan fuerte como el amor que sentía, podría ser que eso era lo que no lo dejaba avanzar. Cuando Olivia dejó la habitación aquella noche, en que él le contó que se mudaría a Londres durante el tiempo que duraban sus estudios, no dejó que le diera alguna explicación, solo estuvo ahí reflejando odio en su mirada y comparándolo con la única persona en el mundo que era capaz de producir un daño profundo en él. O bueno, ahora se daba cuenta que su madre no era la única que podía hacerlo, tenía mala suerte con las mujeres.

La voz de la azafata resonó por el altavoz, dando aviso que estaban próximos a aterrizar, lo que provocó que sintiera un peso en su estómago, se lo atribuyó al descenso y dispersó los pensamientos. El tiempo que estuvo en casa fue silencioso, su padre no mencionó más que el saludo y su hermana se encontraba ausente, él no le supo dar razón de su localización, así que tan solo se vistió con el traje negro que tenía preparado y se encaminó a la clásica fiesta de fin de año que Hunter Beckinsale organizaba desde que tenía memoria. Solo asistían personas de la alta sociedad de Inglaterra, las mismas que hablaron mal de su padre durante meses luego de la separación mientras les dirigían una mirada de lástima que parecía ensayada. Pero año tras año cruzaba esa puerta con la esperanza de ver a la única hija del anfitrión, aún incluso cuando no se dirigían la palabra. Era un placer ver a Olivia en un vestido de gala, bajando las escaleras como si el mundo fuese suyo. Y esta vez no sería diferente.

Muchos le dieron la bienvenida, otros preguntaron si ya tenía algún papel para protagonizar, todos parecían muy interesados en escuchar lo que tenía que decir Benedict luego de haberse graduado en LAMDA, pero el castaño tenía la mirada fija en la maldita escalera. De repente fue como si todos a su alrededor hicieran silencio y el tiempo se hubiese detenido, la vio descender con la gracia que siempre la caracterizaba, su silueta marcada por un vestido blanco que solo favorecía sus atributos, sus labios pintados de rojo, el cabello recogido en una cola. Su boca quedó seca. Percibía en el rostro de Olivia que ya no era la misma joven risueña y juguetona que era en su adolescencia, ahora era una mujer, los hombres posaban la mano sobre la espalda de ella a quien realmente no le importaba, su cuerpo estaba allí, su risa seguía intacta, pero sus ojos no brillaban como antes, ya no decían nada, no solo había cambiado físicamente. Sintió la adrenalina fluir por su sangre mientras caminaba a paso marcado hacia ella.

— J'ai besoin de te parler, on peut aller dans ta chambre? — le dijo acercándose a su oído, empleó el francés para que nadie más comprendiera que irían a hablar a la habitación. Ella asintió sin decir nada y lo acompañó hasta donde él había pedido, despidiéndose de forma cortés de las personas con quienes estaba hablando. Benedict sentía sus manos temblar. Los sentimientos estaban desbordandose, la tensión podía cortarse con una navaja, pero ambos solo se miraban a los ojos. Ella cerró la puerta de la habitación y se apoyó sobre ella, estaba cansada, ni su dosis de heroína había logrado animarla, no estaba de humor para hacerle frente a quien la abandonó por tanto tiempo a merced de sus padres, no quería volver a lidiar con las emociones que surgían cuando la presencia de aquél hombre salía a la luz. Deseaba tanto que se hubiese quedado en Londres.

— Déjame en paz. —susurró la voz femenina. Él se acercó con el ceño fruncido.
— No tuve la oportunidad de decir...
— Te dije que me dejes en paz. — lo interrumpió levantando la voz, mirando al ojiazul con rabia.
— Maldición Olivia... — la desesperación en su voz era evidente, pasó la mano por su cabello. — necesitaba irme, la actitud de mi padre me estaba sofocando, no podía soportar como Sophia lo trataba y mi cabeza solo me decía que yo lo había arruinado todo.
— Arruinas todo lo que tocas... — dijo ella, sosteniéndole la mirada, realmente sentía que era cierto lo que le decía, después de todo, luego de esa noche que estuvieron juntos, ella había tocado fondo. Luego de estar con él. —...no obtuve ni una llamada. — Su voz se quebró por un segundo pero se repuso de inmediato.
— Me dijiste que era igual a mi madre. — la voz de Benedict demostraba lo herido que estaba, lo mucho que le dolió.
— Y acaso, ¿no lo eres? —Olivia se exaltó y lo empujó por el pecho soltando toda la energía que tenía en su pequeño cuerpo. — Te dije que te amo y me soltaste que te ibas a largar, que me ibas a dejar sola por cuatro malditos años, cuatro años Benedict en donde tuve que soportar sola a mi padre.
Intentó tocar su mejilla, ella golpeó la mano de él impiendolo.
— NO ME TOQUES. — gritó y su cuerpo empezó a temblar por el enojo que estaba sintiendo, había pasado tanto tiempo en donde quería decirle eso. Por otro lado, el castaño estaba perplejo, pero se fomentó también todos los sentimientos que había tenido frustrados.
— Necesitaba ese tiempo, necesitaba irme. ¿Tienes idea de lo mucho que me afectó poder decirle a mi padre lo que esa mujer le hacía? No, no lo sabes porque jamás preguntaste, jamás te interesó. Y yo también te amo, siempre estuve enamorado de tí.
— Yo ya no te amo. — él se acercó a ella. — YA NO TE AMO, ALEJATE DE MI.
— OLIVIA POR FAVOR DETENTE, AMBOS SALIMOS HERIDOS, NO PODÍAMOS APOYARNOS EL UNO AL OTRO ¿NO ENTIENDES? — Benedict al fin estaba dejando ir sus emociones mientras su voz se iba levantando, sujetó a Olivia por los hombros acercando su rostro al suyo para mirarla con firmeza.
— ME DEJASTE SOLA.
El puño de Benedict impactó en la pared junto al cuerpo de ella, un dolor punzante recorrió su brazo pero más sentía como sus latidos retumbaban en sus oídos.
— Olivia... —bajó el tono de voz intentando controlar su respiración, ella seguía con la mirada desafiante, estaba harta de él, harta de estar cerca de él, podía sentir el odio en su interior y el poco interés por su persona, él había sido quien la lastimó, quien la abandonó, quien la dejó a su suerte aún conociendo la vida que tenía. — ...por favor.
— Estoy con tu hermana ahora.
El corazón se le detuvo por una milésima de segundo y el calor se le subió a la cabeza.
— Sí Benedict, ahora me acuesto con tu hermana.
Y así, sin más lo empujó por el pecho y salió de la habitación.