Notes

En el momento en el que tus labios atraparon mi pezón, un leve gemido salió de mi boca y cerré los ojos con mi labio inferior atrapado entre mis dientes en una mueca que reflejaba el placer que me estabas provocando, llevando una de mis manos a tu pelo para enredar mis dedos en él, instándote a trabajar sobre mi pezón unos segundos más, notando cómo lo humedecías con cada succión que realizabas en él.-Chupa y lame todo lo que quieras...es tuyo. Haz lo que quieras con él. Y conmigo.
Tiré de tu pelo con suavidad para apartarte de mi pecho y busqué la fuerza necesaria para empujarte de nuevo hacia atrás. Llevé mi mano a mi otro pecho y aparté mi sujetador lo justo para dejar al descubierto mi otro pezón también. Tras esto, llevé ambas manos a mi vestido y tiré de él para sacarlo de mi cuerpo. No hacía calor, de hecho hacia algo de fresco, pero en esos momentos todo me sobraba. Sentía que iba a explotar en cualquier momento. Una vez mi vestido estaba sobre el césped a nuestro lado, llevé mis manos a cada lado de tu cuerpo, sobre la hierba, quedando así inclinada sobre ti. Cuando me acomodé y me coloqué en una perfecta postura, retomé mis movimientos, arrastrando mi hinchado clítoris sobre ti esta vez de forma más directa contra tu polla, debido a mi posición, notando mis fluidos empapar mis labios vaginales en cada movimiento y provocando que estos acabasen por mojar más aún mis bragas. Mientras, jadeaba por los duros roces que se estaban produciendo a medida que me movía de manera más excitada sobre ti.- Dios, a este ritmo me voy a acabar corriendo...-Las palabras salieron de mi boca en un susurro ronco mientras te miraba. Mi cuerpo estaba totalmente rendido a ti, lo cual intenté disimular y tener así el control, no te quería dar tal satisfacción. Seguí arrastrándome sobre ti cruelmente, notando por tu expresión que estabas al límite, pero dándome totalmente igual. Al revés, me ponía aún más cachonda. Pasaron unos minutos, en los que solo oía tus jadeos y mis gemidos, y en los que nuestras miradas estaban fijas la una en la otra, cómplices. Comencé a notar mi vagina estremecerse y fue en ese momento cuando aceleré el ritmo de mis arrastres, mi cuerpo pedía más e hice más seguido cada vaivén de mis caderas, cerrando los ojos cuando mi mente se nubló por completo y sabiendo al momento que mi orgasmo estaba a punto de explotar. Mis dedos se clavaron en el césped y arranqué algún que otro hierbajo al hacerlo, abriendo los ojos para mirarte, gimiendo sobre tu rostro con el ceño fruncido en una mueca de placer cuando una descarga eléctrica me recorrió la columna vertebral, corriéndome sin ninguna compasión frente a ti. Desaceleré mis movimientos a medida que mi orgasmo pasaba hasta que prácticamente me quedé quieta encima de ti con la respiración acelerada y totalmente descontrolada. Te miré y sonreí, hablando entrecortado aún mientras intentaba recuperar el aliento, con un tono de mofa.- Bueno, ya podemos abrir el vino, ¿no?