Notes

En un primer momento, tu cuerpo chocó contra la pared que tenías a tu espalda a causa de la inercia con la que avanzaba mi cuerpo. Después quise conducirte hacia una de las estanterías; realmente, ni siquiera miraba lo que había a nuestro alrededor. Lo único que realmente quería mi cuerpo era restregarse contra el tuyo, lo demás serían daños colaterales. Escuché tu insulto después de que se cayese un rollo de papel de esa misma estantería, lo cual provocó que tanto en mis ojos como en mis labios se esbozase una sonrisa de lo más perversa cuando esta vez tus manos me conducían hacia el fondo de la habitación. Mi cuerpo se topó a mi espalda con una superficie que fui incapaz de reconocer en un primer momento y contra la cual di un traspiés a causa de la violencia con la que me empujaste, sentándome encima de ella e importándome bien dónde lo estaba haciendo. Sobretodo en el momento en el que te sentaste a su vez encima de mí con nuestros dedos entrelazados a cada lado de mi cuerpo, con lo cual intentaste inmovilizarme. Me dejé hacer en un primer momento, dejando mi mirada completamente clavada en tus ojos para seguir con ella tanto cada movimiento que estuvieses a punto de hacer con tu cuerpo, como cada transformación que se produjese en la expresión de tu rostro. Entreabrí los labios y dejé salir una bocanada de aire de mi boca cuando te arrastraste sobre mi entrepierna con la intención de acomodarte sobre ella, de tal modo que dejaste tu sexo completamente sobre el mío. A pesar de la tela de nuestra ropa, podía sentir el calor que desprendía tu entrepierna directamente contra la mía. Durante los siguientes segundos me escuché a mí mismo jadear contra tus labios con los míos perfectamente entreabiertos desde el momento en el que empezaste a moverte sobre mi entrepierna, donde me torturaste con una serie de restregones con los que podía sentir cómo me masturbabas.
- ¿Esto es lo que me habrías hecho durante mi relación con Ginger? Porque...
Hice una pausa para tomar aire; empezaba a sentir que mis pulmones necesitaban un poco de oxígeno. Irónicamente, sentía que ese oxígeno únicamente podía tomarlo de entre tus piernas. De un rápido movimiento, me deshice de tu agarre y levanté tu cuerpo con el mío mientras nos hacía girar, cambiando la postura para que fueras tú esta vez quien se quedase sentada encima de lo que parecía un congelador. Sin perder tiempo, sujeté tu espalda con una de mis manos para que tuvieras ese punto de apoyo al mismo tiempo que te embestía con mi entrepierna, sintiendo cómo al mismo tiempo el oxígeno volvía a mis pulmones al respirar de manera acompasada con cada movimiento pélvico procedente de mi cuerpo.
- ... porque yo te habría hecho esto... y mucho más.