Notes

Le sonreí a la joven ante su propuesta y me acerqué lentamente a su cuerpo para rodearla con mi cintura. Era la diosa más bella que existía, sus mejillas rosadas que le daban un toque de inocencia, esos ojos que te podían hipnotizar en cualquier segundo y su blanca sonrisa, capaz de alumbrar cada noche oscura. Era mía, mi Desiré. Tantas veces que había hablado con ella en su momento y no me daba cuenta de lo que tenía en frente, sin embargo, el estar ahora juntos era la experiencia más gratificante que hubiese tenido en mi vida. Mi rostro se aproximó al suyo entremezclando nuestras respiraciones y me quedé observándola unos segundos, apreciando y guardando su hermoso rostro en mi mente; poco a poco quité esa leve distancia que teníamos y besé sus labios con suavidad. Aun era un poco tonto en este tema, pero dejé mi sentimientos que me guiaran y acerqué más su cintura a mi cuerpo. Ladeé mi rostro para profundizar un poco el beso y separé mis labios unos centímetros a los de ella para lamer su labio inferior y seguido, morderlo, jalándolo hacia mi. Mis manos viajaron para acariciar cada centímetro a su cuerpo y al llegar a sus glúteos, me atreví a apretarlos ligeramente. -Eres tan hermosa-. Comenté entre sus labios y me agaché un poco para cargarla entre mis brazos y guiarnos hacia la pared más cercana que tuviéramos.