Notes

Entreabrí los labios cuando percibí cómo tus manos desabrochaban mi pantalón, robándote un par de besos durante aquellos segundos en los que mi lengua acarició la tuya con bastante humedad en un par de roces en los que nuestros labios se encajaron entre sí. Dejé salir mi respiración lentamente pero de manera entrecortada cuando tu mano se fue metiendo dentro de mi ropa interior, cerrando los ojos al sentir cómo me agarrabas con la palma de tu mano y hacías presión sobre mi polla. Escuché tus palabras, dejándome guiar por el sonido de tu voz al mismo tiempo que tu mano comenzaba a deslizarse alrededor de mi polla lentamente, haciendo especial hincapié en frotarse contra mi glande en un primer momento. Mordí mi labio inferior y fruncí el ceño en una mueca de placer en el momento en el que abrí los ojos para encontrarme con tu mirada, justamente cuando me estabas diciendo algo sobre mojarte la mano con mi corrida. Acto seguido, busqué a tientas tu sexo con la mano que no se podía ver al otro lado del local al encontrarse más cercana al fondo de la estancia en la que nos encontrábamos, contraria a las mesas que había en la otra dirección. De esa manera, vagué con mis dedos por la superficie de tu entrepierna hasta palpar con ellos la tela de tu ropa interior. Segundos después a ese suceso, tomé tus bragas y las moví hacia un lado, adentrándome lentamente con mis dedos en el agujero de entrada de tu vagina. Al mismo tiempo que mi dedo índice y corazón se escurrían dentro ti y te llenaban, mi dedo pulgar se quedaba apoyado directamente contra tu clítoris para follarlo del mismo modo y a la vez.
- Estás tan, pero tan mojada... que no me importaría nada agacharme ahora mismo y limpiarte hasta la última gota.
Poco a poco, mis dedos fueron moviéndose dentro de ti en lo más hondo de tu vagina, presionando la pared más interna de la misma entre fricciones que fui haciendo cada treinta segundos algo más frecuentes y duras, acompasándome al mismo movimiento de tu mano, la cual me estaba follando a pocos centímetros de la mano que tenía maltratando tu sexo.
- No pares... ni se te ocurra parar. No pares ni aunque pase alguien o se acerque el camarero. Que sepan lo que estamos haciendo. Que vean tu cara de placer.
Se me estaba comenzando a ir bastante la cabeza y era consciente de ello. De hecho, me estaba quedando sin aire, y al quedarme sin aire, me quedaba también sin oxígeno. Comencé a decir tu nombre atropelladamente contra tus labios, encogiendo la mano que tenía libre en un puño sobre la mesa de billar a un lado de tu cuerpo al sentirme tan cachondo que...
- Vas a hacer que me corra. Me la has puesto tan dura cuando te has restregado como una puta contra mi polla que no voy a poder aguantar mucho más sin empaparte la mano.