Notes

No pude evitar fijarme en el modo en el que el camarero te había comenzado a mirar cuando te encontrabas quitándote la chaqueta. De hecho, se había inclinado hacia un lado para verte mejor. Fue por esa razón por la que te resultó muy fácil aclararle tu petición acerca de la cerveza y aquellos dos chupitos; estaba muy pendiente de ti. Poco después, el tipo se percató de mi mirada y se fue a hacer su trabajo, dejando aún mi mirada clavada en su espalda unos segundos más cuando se dirigía hacia la barra con una expresión de bastante mala hostia.
- Vaya, y yo que pensaba que ibas a darte cuenta de la cerveza... Me moría de ganas por ver tu cara de repulsión tratando de tragarla para no quedar mal. No tienes vergüenza. ¿Eh...?
Comencé a decir al escuchar tus palabras y sentir tu presencia cerca de mí, desviando la mirada hacia el modo en el que tu mano se deslizaba por el billar sin poder evitar imaginar lo bien que estarían tus dedos sobre mi entrepierna. Dejando este pensamiento a un lado, me volví hacia ti con una sonrisa de diversión y con la expresión bastante más relajada, quedándome en silencio unos segundos mientras trataba con todas mis fuerzas de no reírme de ti cuando tu mano se había posado sobre mis labios, por lo que abandoné tu cercanía para sacar del bolsillo trasero de mi pantalón unas monedas que acabé echando por la ranura que había bajo el billar. Justo en el momento en el que me encontraba cogiendo un par de palos de la estantería que había en una de las columnas tras haber preparado las bolas sobre la superficie del billar, vi cómo el camarero había vuelto para dejarnos tanto las cervezas como los chupitos encima de la mesa que había al lado de nuestras sillas. Pude observar desde mi posición cómo intentaba entablar conversación contigo, por lo que me fui acercando con bastante sutileza hasta llegar a tu altura, dirigiendo un ''Toma'' hacia ti para que cogieses uno de los palos mientras mi mirada se dirigía directamente hacia el tipo, quedándome frente a él.
- Gracias por las bebidas. Si necesitamos algo más te llamaremos y podrás volver para darle otro repaso a mi chica, aunque no te aseguro que no te acabes tragando los dientes. Quién sabe lo que puede pasar. ¿Verdad...?
Comenté con bastante indiferencia y normalidad, sin levantar en ningún momento el tono de mi voz e incluso llegando a sonreír con una de mis comisuras con bastante tranquilidad. Segundos después vi cómo se daba la vuelta y se marchaba tras dedicarme una dura mirada de disgusto, a lo cual yo respondí con una sonrisa aún más falsa que se formó en todo el largo de mi boca.