Notes

Una vez en el coche, me dediqué a mirar por la ventana observando cada uno de los sitios por dónde pasábamos, intentando averiguar hacia dónde nos dirigíamos. De vez en cuando soltaba algún que otro comentario con intención de burlarme de ti, hasta que finalmente te detuviste y aparcaste en un hueco, girando mi cabeza a su vez para fijarme en el letrero del local que quedaba al lado de nosotros. Me bajé del coche y esperé que estuvieses a mi lado para entrelazar nuestros dedos, dando también un beso en tu brazo a la altura del bíceps. Entramos en el bar y saludaste a un chico el cual supuse que conocías y que tenía pinta de ser el encargado de aquello. Le saludé con la cabeza con una simpática sonrisa y me dejé guiar hasta una zona en la cual pude ver un billar. Me quedé mirándolo con una mueca que intenté ocultar porque sabía que te ibas a reír de mi, lo cual me confirmaste cuando abriste la boca. Quité mi chaqueta y la puse en la silla al lado de la tuya. Iba a contestarte pero me detuve, deteniendo antes al camarero y pidiéndole que mi cerveza fuese Radler y que trajese dos chupitos de lo que quisiese, pero que fuese fuerte. Le di las gracias y me giré de nuevo para enfrentarte, acercándome a ti y apoyando una de mis manos en el billar, la cual deslicé por la superficie a la vez que acortaba distancia entre nosotros. Cuando estuve lo suficientemente cerca de ti, hablé cerca de tu rostro.- Todas las veces que he jugado al billar han sido con un pedo de la hostia. Y sí, me gusta la cerveza con limón. -Tapé tu boca con mi mano antes de que pudieses soltar algún comentario de los tuyos y continué hablando.- Odio la cerveza, ya lo sabes. Eso sí, con el rock de fondo me has ganado. Y con la pizza, más. Y ahora, a ver, refresca mi memoria y enséñame a jugar.