Notes

A pesar de que me habías susurrado que no me moviese, aproveché la posición de mi cuerpo para mover mis dedos aún con más rapidez dentro de ti, empujando con ellos contra tu pared más profunda cuando me hiciste saber que mi conocido estaba detrás de nosotros, mirándote. Al mismo tiempo, mi dedo pulgar se movía por inercia entre cada vaivén de mi mano, presionando tu clítoris mientras intentaba masturbarlo en círculos como alguna vez me habías descrito tú misma que te lo hacías. Supuse que mi conocido se había ido cuando vi cómo sacabas la mano del interior de mi ropa interior para chuparte los dedos y la palma de la mano, dejando en ella restos de tu saliva para lubricarla aún más. Repetí aquél mismo movimiento cuando fui yo el que sacó los dedos de tu interior para llevarlos a mi boca, donde los limpié con mi lengua al ver la cantidad de fluido que había en las yemas de mis dedos, sintiendo también empapados el resto de dedos que no había tenido dentro de ti. Justo en el momento en el que volviste a agarrarme con tu mano, mis dedos volvieron a meterse dentro de ti con brusquedad, dejando cualquier tipo de delicadeza para otro momento. De esa manera, comenzamos a movernos contra el otro inconscientemente, ya que tanto tu pelvis como la mía habían comenzado a moverse contra la mano del otro para seguir con ellas e intensificar aún más nuestra masturbación. Si alguien pudiese vernos desde fuera en ese momento, pensarían que nos estaríamos follando de verdad y no mediante únicamente nuestras manos a causa del modo en que nuestros cuerpos se movían rítmicamente. Seguiste hablando entre gemido y gemido con la voz tomada y contenida de placer, dejando en mi mente la imagen de nuestras corridas mezclándose al imaginar tu mano completamente empapada con mi corrida masturbándote. Solté un gemido con los labios bastante entreabiertos contra uno de tus oídos al ser incapaz de soportar aquella imagen, corriéndome entre vaivén y vaivén por parte de mi pelvis contra tu mano, la cual se encontraba ordeñándome de un modo enfermizo en el que podía sentir claramente que no querías dejar ni una sola gota de semen dentro de mí. Te empapé la mano durante unos prolongados segundos, sintiendo que el orgasmo estaba siendo deliciosamente largo como resultado de lo cachondo que me habías puesto previamente. Al terminar de correrme, fui consciente de que también había empapado la tela de mis calzoncillos. Me costó varios segundos recomponerme, pero fui incapaz de dejar de mover mis dedos dentro de ti. De hecho, tú no me dejaste; una vez que me había corrido, tu mano libre se había encargado de mover la mía dentro de ti al agarrarme del brazo, pudiendo observar el modo en el que abrías la boca cuando mis dedos chocaban contra tu mismo fondo sin llegar a salir nunca del mismo y percibiendo lo poco que te quedaba para correrte. No me llevó mucho tiempo en volver a la carga, ya que poco después no te hizo falta tu mano para que la mía siguiese moviéndose; de un momento a otro, seguí follándote con mis dedos como si lo estuviese haciendo con mi polla, moviéndome contra ti con mi pelvis y mi cuerpo para simular que te estaba follando con ella.
- Eres una zorra. Has hecho que me corra en un sitio público gracias a tu mano, y ahora te vas a correr tú con mis dedos. Córrete en ellos y déjame probar tu corrida. Seguramente te hayan oído ya todos y se estén machacando la polla imaginándote con las piernas abiertas. Pero... ¿sabes una cosa? Que eres solo mía, y que únicamente puedes ser así de zorra y de puta conmigo. Solamente yo puedo ver tu sexo bien abierto. Solamente yo puedo llenarlo con mi polla y correrme dentro de él. Solamente yo puedo hacer que mojes las bragas y los muslos, e incluso esta puta mesa de billar. Solamente puedes correrte pensando en mí. Solamente yo te haré gemir. Y solamente yo beberé de tu corrida. Córrete... quiero sentir cómo tu sexo aprieta mis dedos.