Notes

Ignoré tu mirada fingiendo que no me había percatado de la erección que tenía contra mi sexo y atrapé tu labio inferior entre mis dientes, mirándote en el momento en el que mis labios se solaparon a su alrededor para dar una suave succión con ayuda de mi lengua, soltándolo de nuevo un instante después. Saqué mis manos de tu camiseta y las llevé hasta la almohada, apoyándolas a cada lado de tu cabeza para impulsarme e incorporarme, quedando así sentada sobre tu cintura. Cogí el dobladillo de tu camiseta con mis manos y tiré de él hacia arriba sin prisas, dejando al descubierto poco a poco tu piel, primero tu abdomen, tu estómago...mientras seguía con la mirada cada centímetro que iba desnudando. Una vez la tela llegó a la altura de tus pectorales la dejé quieta, aferrando mis manos a la tela para sujetarla y evitar que volviese a bajarse, inclinándome así para comenzar a besar uno de tus costados, en el cual intercalaba algún que otro mordisco y dónde arrastraba después mi lengua en contraste. Mi boca se fue deslizando poco a poco por tu abdomen y mi cuerpo se movió hacia abajo por tus piernas para poder trabajar sobre tu torso con más comodidad. Al arrastrar mi cuerpo hacia abajo me presioné y me rocé contra tu dura entrepierna en cada movimiento, encontrándose esta ahora a la altura de mis pechos. Tu camiseta la cual me había colocado la noche anterior se había deslizado hacia arriba por la acción y había dejado al descubierto mis bragas. Mis manos dejaron tu camiseta para ir hasta tu cintura, dejando mis manos agarradas al filo de tu pantalón y metiendo la punta de mis dedos entre la tela y tu piel. Mientras, mi boca seguía jugando en tu bajo abdomen, dónde había sacado mi lengua para arrastrar la punta de esta realizando diferentes movimientos sobre la línea alba, elevando mi mirada en ese momento hasta tus ojos para encontrarme con los tuyos, los cuales me miraban en respuesta. Te miré de manera que pudiste leer en mis ojos el deseo que sentía en ese momento, el cual hizo a mi sexo estremecer al ver en tus ojos algo salvaje comenzar a despertar. Fue en ese momento en el que, aún sintiéndome tentada, separé mi boca de tu piel y volví a subir por tu cuerpo colocándome de nuevo a la altura de tu pelvis, sentándome de nuevo sobre ti. Mis dedos acariciaban la piel que antes había probado con mi lengua y mis labios, y te miré con una sonrisa, levantando mis cejas en un gesto divertido.- Qué te creías. No, no. No más sexo de ningún tipo hasta que hablemos. Que siempre hacemos igual. A ver, seriedad. ¿Estás mejor? ¿Puedes hablar ahora?