Notes

Cogí aire por los pulmones para después volver a expulsarlo en forma de suspiro cuando me mandaste el último mensaje, pasando mis dedos por mis párpados para espabilarme poco antes de dirigirme a la puerta de la calle y salir por la misma. De ese modo, dejé atrás mi vivienda para salir por la puerta del portal y encontrarte allí, a un lado de la calle contra la pared. Me encontré con tu mirada en el mismo momento en el que la puerta se cerró detrás de mí, siendo incapaz de sonreír mientras me dirigía a tu altura. Un saludo salió de mi boca en un tono bajo de voz cuando me encontraba algo más cerca de ti, dejándome abrazar por tus brazos al mismo tiempo que los míos también rodeaban tu cuerpo. Cerré los ojos mientras te escuchaba hablar, apoyando mi barbilla sobre la base de tu cabeza en silencio y sintiendo cómo la expresión de mi rostro se endurecía por momentos. No me encontraba bien y era más que evidente. Quise decirte que todo eso ya lo sabía y que no pasaba nada, pero no pude. Verdaderamente sentía que si abría la boca para hablar, la voz se me terminaría rompiendo. Agradecí el roce de tus labios sobre los míos y sobre mi piel en general, volviendo a cerrar los ojos mientras te deshacías en todo tipo de caricias alrededor de mi boca. En ese momento tragué saliva para comprobar si era capaz de deshacer el nudo que se me había formado en la garganta, sin éxito. Esperé unos segundos más para tratar de calmarme, poniendo en tensión mi mandíbula y sintiendo cómo tu mirada buscaba la mía a la espera de algún tipo de respuesta por mi parte. - Gigi... - Comencé a decir tu nombre con la voz algo temblorosa, respirando de manera entrecortada contra tu boca. Hice el amago de volver a hablar, pero fui incapaz. Ni siquiera sabía qué decirte y no me sentía con las fuerzas suficientes para seguir con la conversación. De ese modo, tiré de tu mano y te conduje conmigo hacia el interior del portal, para más tarde dirigirte hacia el interior de mi casa y, por último, hacia mi habitación, donde te señalé la cama. - Quédate a dormir. - Fue lo único que dije tras haberme aclarado la garganta varias veces y haber logrado controlar mi respiración, volviéndome hacia la estantería para dejar allí mis llaves al mismo tiempo que me descalzaba con la ayuda de mis propios pies.