Notes

━━ ⊰ Stay away from me ⊱ ━━

La pelirroja caminaba lentamente entre las desiertas calles de Maple, colocando contra su pecho el diario de su tío para protegerlo de la lluvia mientras que con su otra mano giraba el paraguas y disfrutaba en primera persona del paisaje y las pequeñas gotas deslizándose por su rostro. Podía ir hasta el Mystic Grill utilizando sus recientes poderes vampiricos pero hacerlo no tendría la misma gracia y además, aún se sentía muy arraigada a su parte de bruja, por lo que era de esperar que sintiese más predilección de disfrutar de los elementos que ignorarlos. Mientras paseaba, un escalofrío la recorrió de arriba a abajo, atravesando en el proceso toda su columna vertebral y dejando que se posase en ella la sensación de que la observaban. Era inquietante porque a medida que avanzaba esa sensación se agudizaba sin embargo, cuando se giraba no había nadie aunque por otro lado era imposible; ¿quién iba a salir con ese viento y esa lluvia? sólo los locos como ella o si acaso, los que viviesen cerca de donde se encontrasen y se hubiesen visto sorprendidos por la lluvia. Frunció sus labios y después se convenció de que allí no había nadie, sólo su imaginación y ella; "demasiadas películas de terror has visto" se dijo y prosiguió girando su paraguas hasta llegar al Mystic Grill.

— Una nueva adepta. Adelante, pasa antes de que te quedes sin sitio, cada vez somos más -bromeó el camarero mientras esbozó una amplia sonrisa a la pelirroja-

— No cantes victoria tan pronto. ¿Qué requisitos vas a obligarme a cumplir para afiliarme? -arqueó una de sus perfiladas cejas cuando le preguntó-

— Debes venir mínimo tres veces por semana, sonreír y prometerme que no vas a beber alcohol -explicó cuando apareció su jefe, pasando por detrás con una cara de pocos amigos-

— Deja de hacer el tonto y perder el tiempo, se acumula el trabajo y tú jovencita, cierra la puerta que hace frío -le ordenó e inmediatamente continuó sirviendo comida-

Asintió con la cabeza mientras que un amago de sonrisa se intentaba dibujar en sus labios. Selena no era de las típicas que hacía bromas o las seguía aunque de vez en cuando se permitía el lujo de hacerlo, ni si quiera era de pasar su tiempo rodeada de tanta gente y mucho menos ahora que era una híbrida; se maldijo en cuanto entró y observó que había tanta gente en el local, luego suspiró y se preguntó si sería capaz de resistirse a la tentación de no atacarles. "Contrólate, ya habéis tenido que huir de Stowe, no metas otra vez la pata o papá te odiará toda la eternidad" pensó erróneamente, como si cualquier cosa que hiciese fuese capaz de conseguir que su padre la odiase. Que equivocada estaba aunque era normal que lo pensase, ya que era la primera vez que lo veía así, ni si quiera cuando era pequeña se había enfadado ni una sola vez con ella. La pelirroja escuchó ciertas criticas por su vestimenta tan ligera por lo que cerró sus ojos y fingió estremecerse en cuanto una ráfaga de viento entró al local y golpeó su espalda, después cerró inmediatamente la puerta, dejó su paraguas en el paragüero, se quitó su capa y se sentó en la primera mesa que vio libre, sin percatarse que aquella ráfaga había sido causada gracias a la entrada de otra criatura sobrenatural.

— ¿Por qué me traes esto? no he pedido nada -dijo la pelirroja cuando observó al camarero de la barra traerle un gran batido de chocolate servido en una copa de cristal-

— Lo sé pero es por cuenta de la casa -explicó- además es evidente que eres nueva y no hay nada mejor que un batido de chocolate para dar la bienvenida aunque... Si quieres me lo llevó -hizo el amago de retirarlo de la mesa-

— ¡No, por favor! es mi batido favorito -contestó mientras colocó su mano en el otro extremo del batido y lo agarró para impedir que se lo llevase. Estaría loca si lo rechazase-

— Ya me parecía a mi. Por cierto, mi nombre es Mark -extendió su mano para estrecharla con la de ella y Selena le imitó-

Iba a decirle su nombre y agradecerle el gesto cuando su jefe le regañó de nuevo y éste se marchó corriendo. "Una pena pero ya habrá otra oportunidad de darle las gracias y presentarte" pensó y después se puso a leer el diario de su tío Stefan y a beber con cuidado de la copa para no mancharlo; sólo leyó unas cuantas páginas pero en ellas hablaba de una tal Elena, del tiempo que pasaban juntos y sus sentimientos. Parecía quererla pero tal como la describía le parecía una tonta, de hecho pensó repetidas veces que sería la última persona en la Tierra de la que se haría su amiga, por eso se sorprendió que entre esas páginas contase que entre sus mejores amigas se encontraban la tía Caroline y su madre Bonnie. Selena puso cara de disgusto y se preguntó si lo que estaba leyendo era cierto o Stefan lo había escrito cegado por su amor aunque, en cualquier caso, tampoco le importaba; después de todo ni la conocía ni iba a recorrer el planeta en su búsqueda. No había pasado ni diez minutos cuando la pelirroja cerró el diario y se terminó lo que quedaba del batido, leerlo le había servido para distraerse y resistir momentáneamente su sed de sangre pero otra vez volvió a sentirse observada y por más que miraba en todas direcciones, nadie parecía observarle, lo cuál le agobió aún más y sin poder evitarlo, empezó a leer las mentes de cada uno de los clientes. Tantas mentes, la presión de tantas pautas de pensamiento y sus voces interiores rodeándole, la abrumó hasta que dio con una que destacaba entre todas las demás; no sabía cuál era su aspecto pero si que tenía una poderosa personalidad. Unos minutos después lo descubrió porque sus miradas se cruzaron y cuando lo hizo, él repitió que le estaba mirando.

Allí, al otro lado del Mystic Grill, oculto entre las sombras de la última mesa del local se encontraba él; el mismísimo Kai Parker que había regresado una vez más del infierno. Aquello no podía ser posible pero si la vida le había enseñado algo a Kai, es que cuando la magia estaba presente, no había nada imposible. Y allí estaba. De paso, iba a atacar a una familia y a absorber sus poderes cuando vio a Selena paseando y jugueteando de ese modo infantil con su paraguas. Claro que él no sabía quién era y mucho menos le había visto la cara, sólo su instinto le empujó a perseguirla porque parecía más fuerte que los cuatro componentes de la familia pero, se demoró tanto, que al final entró en el Grill y cuando la pudo contemplar mejor, no pudo dejar de observarla como si hubiese visto un fantasma; Selena era el vivo retrato de su madre con esa piel de marfil tan similar a las muñecas de porcelana, sus ojos marrones chocolate y esa larga melena rizada pelirroja que caía hasta la altura de su cintura. Incluso los gestos que tenía, por insignificantes que fuesen, le recordaban a Bonnie pero Kai cometió su primer error. Selena no era su madre y pronto iba a averiguarlo. La pelirroja golpeó suavemente la mesa con sus uñas de porcelana mientras observaba incomoda cómo el desconocido la miraba y sin pensárselo, se levantó, colocó su capa roja y capucha, recogió el diario para luego hacer lo mismo con el paraguas y se marchó del local con paso firme. Y desde luego él la siguió en cada giro que daba hasta que la pelirroja se equivocó y terminó en un callejón sin salida.

— ¡Bonnie! ¿me has echado de menos? -le preguntó con efusividad de la misma forma que en su día le preguntó a Damon, hablando sobre ella-

— ¿Bonnie? no, te equivocas. Mi nombre es Selena y quiero que te alejes de mi y me dejes marchar -ordenó-

No sabía de qué conocía a su madre y aunque le había sonreído un par de veces y parecía simpático, había algo en él que no le transmitía confianza.

— Sé qué sigues pensando que soy un monstruo pero he tenido mucho tiempo para reflexionar y me gustaría que me dieses una segunda oportunidad para demostrarte que he cambiado —sonrió a la muchacha y se aproximó a ella; consciente de que todas las veces que Bonnie se las había dado, había fallado—

— ¿No me has escuchado "monstruito"? te he dicho que te alejes de mi —gritó—

La pelirroja despertó una cantidad de poder que ni si quiera sabía que tenía, las palabras fluían en latín de sus carnosos labios mientras de sus palmas centelleaba la energía. El paraguas y el diario terminaron en el suelo cuando la híbrida hizo retroceder sus manos unos milímetros y después las empujó hacia el horizonte, liberando tal cantidad de energía y viento que lanzó al brujo a las afueras de la ciudad, concretamente hasta el puente y sin dudarlo, la pelirroja recogió sus pertenencias, se marchó y corrió con su velocidad vampirica hasta su cuarto, donde se dejó caer sobre la cama, suspirando aliviada; por suerte sus padres no habían notado su ausencia y además había sobrevivido a su sed de sangre y a un brujo de dudosa estabilidad mental, sin embargo, algo le decía que esa no iba a ser la última vez que iba a verlo.