Notes

No sé si llegué en el momento justo o en el menos indicado ya que, probablemente, lo que ahora mismo no deseas es una respuesta con respecto a eso. Dime, aún después de todo lo que acabas de decirme, ¿sigues ahogándote? ¿Por cuánto tiempo es que has estado así, pensabas continuar o continúas así? Creo que ha pasado muchísimo tiempo, que han pasado muchísimas cosas desde el día cero en que coincidimos y luego nos conocimos. Como hay muchas otras que nunca pude llegar a decirte y que considero que ahora mismo, no son necesarias o mejor dicho, justas para nosotros que no supimos cómo ser, que al intentarlo, nos convertíamos en dos máquinas destructivas para con el otro y me lamento muchísimo por eso, porque lo único que siempre quise ser en primer lugar, fue un soporte para ti, alguien capaz de sacarte también de aquel agujero en el que te encontrabas.
Pienso que, ambos necesitábamos de un empujón para todo –de uno positivo–, pero que con corazones y almas tan magulladas como las nuestras eso estaba lejos de ser posible, nunca imposible, pero tampoco dimos todo de nosotros dos como tanto hubiésemos querido. Tuve miedo, tenía miedo, porque estaba enfrentándome a algo a lo que no estaba preparado en el momento en que llegaste a mi vida, y fue tanto el impacto para mí que reaccioné negativamente hasta el punto en que también te empujé lejos no una, sino que mil veces sin yo darme cuenta. Y, cuando volvías, tú tampoco me dabas a mí ese pequeño toque de confianza en donde yo podría ser capaz de decirte miles de cosas, no las que hubieras “querido escuchar” sino las que yo realmente sentía. Pero se hizo tarde, te perdí de vista y luego dejé de percibir el calor de tu mano con la mía.
Me destrocé a mí mismo, como también me hiciste sentir que no valía para nada con muchas palabras sin darte tú cuenta (y que me marcaron); pensé en cuán insuficiente es que era, que yo solo te dañaba, y eso no pudo sentirse peor. Pero pasó, así que no es momento ni tienes porqué ponerte mal por esto que te estoy diciendo justo ahora. La primera vez que te fuiste, una de tantas pero en la que pensé que nunca más volverías, me prometí quedarme con las cosas buenas que tú me diste, con las sonrisas, con las risas y con cada momento de alegría en donde hubo pesadez e incertidumbre. Por ti, después de un tiempo de pura agonía y sufrimiento, sonreí por primera vez con sinceridad. Cada madrugada, incluso hasta el amanecer, me sentía lejos de todo cuando tú estabas en mi periferia o cuando me hablabas; sonreía por tus ocurrencias, por tus rarezas. Me gustaba tanto lo distinta que eras y siempre has sido. He conocido tanto de ti que no me sorprendería ningún otro cambio ni me desagradaría pues desde un principio te acepté tal y como eras a pesar de lo ocurrido y de que muchas actitudes no fueron las correctas, pero es que nadie es perfecto.
Atesoro como uno de mis más preciados recuerdos aquellas madrugadas, además de los pequeños detalles como cuando a parte en donde nos conocimos, nos conformaron esas tonterías de niños que hacíamos y que yo de vez en cuando muchas veces mencionaba, porque a pesar de no tener ellas ningún sentido, me dieron suma felicidad y es por eso que aún por más mínimas que ellas fueron, no puedo dejarlas ir tan fácil.
Por desgracia, llegaste en el momento menos indicado y más lúgubre de mi vida, a veces, me pongo a pensar y ponía a pensar en cómo hubiesen sido las cosas si hubieras llegado en otro momento. ¿Más lúcidas y menos sombrías? Probablemente, pero muchas de las cosas pasan porque tienen que pasar y yo prefiero que haya sido así porque también crecí y aprendí de cada una de ellas tanto de las malas como de las buenas, que no todo es tan fatal.
Por ahí me dijeron que yo nunca sabía qué hacer con mi vida porque personas con las que pasé muchas recaídas, siempre les permito venir y hasta dejo que hagan conmigo lo que quieran. A veces me excedo de “bueno”, de ingenuo porque pienso que todo puede llegar a ser distinto en algún momento. Pero como te dije antes y como ya te he dicho, es que no todo este peso recae en ti.
Me soltaste, sí, pero yo también te solté. Aún así, solo por un segundo he vuelto a sostener tu mano (volvería a sostenerla) y a apretarla fuertemente. Estás sola porque quieres estarlo o porque has preferido tenerlo como un estilo de vida ahora, pero creo que en lo único que pude ser bueno es que nunca te dejé de lado, y que independientemente de todo, no seré como ninguna de esas otras personas jamás. Y, por lo menos, deseo que puedas quedarte con eso. Sin importar lo que haya pasado, de alguna forma u otra, cerca o lejos, aquí voy a estar.