Notes

Tía Tee era un miembro de Los Ángeles de nuestra familia extendida. Tenía setenta y nueve cuando la conocí, musculosa, fuerte y del color de los viejos limones. Llevaba su pelo áspero y liso, que estaba ligeramente veteado de gris, en una larga cuerda trenzada en la parte superior de su cabeza. Con sus pómulos altos, su vieja piel dorada y sus ojos almendrados, se parecía más a una jefa india que a una anciana negra. (Tía Tee se describió a sí misma y a cualquier miembro favorito de su raza como negros. El negro estaba reservado para aquellos que habían incurrido en su desaprobación). Se había retirado y vivía sola en un apartamento de la planta baja, limpio y ordenado. Flores de cera y figuritas de porcelana se sentaban en tapetes bordados y almidonados. Los sofás y las sillas estaban tapizados con tensión. Lo único que estaba a gusto en el apartamento de la tía Tee era tía Tee. Solía ​​visitarla a menudo y recostarme en su incómodo sofá solo para escuchar sus historias. Estaba orgullosa de que, después de trabajar treinta años como empleada doméstica, pasó los siguientes treinta años como empleada doméstica, llevando las llaves a las casas ricas y llevando cuentas meticulosas. "Vivir permite a los blancos saber que los negros son tan pulcros y limpios. como son, a veces más. Y le da a la criada negra la oportunidad de ver que los blancos no son más inteligentes que los negros. Solo suerte A veces ". Tía Tee me dijo que una vez que ella era ama de casa para una pareja en Bel Air, California, vivía con ellos en una casa de campo de catorce habitaciones. Hubo una doncella que limpió, y un jardinero que cuidaba diariamente los exuberantes jardines. Tía Tee supervisó a los trabajadores. Cuando comenzó el trabajo, cocinó y sirvió un desayuno ligero, un buen almuerzo y una cena completa de tres o cuatro platos para sus empleadores y sus invitados. La tía Tee dijo que los vio crecer y afinarse. Después de unos años, dejaron de entretenerse y cenaron apenas se veían en la mesa. Finalmente, se sentaron en un seco silencio mientras comían cenas de huevos revueltos, tostadas melba y té débil. La tía Tee dijo que los veía envejecer, pero que no se veía a sí misma envejeciendo. Se convirtió en la experta social. Ella comenzó a "hacer compañía" (su frase) con un chofer en la calle. Su mejor amiga y el esposo de su amiga trabajaban en el servicio a solo unas cuadras de distancia. Los sábados, tía Tee cocinaba una olla de patas de cerdo, una olla de verduras, freía pollo, hacía ensalada de papas y horneaba un budín de plátano. Luego, esa noche, sus amigos, el chófer, el otro ama de llaves y su esposo, acudirían a los cómodos alojamientos de la tía Tee. Allí los cuatro comían y bebían, tocaban discos y bailaban. A medida que avanzaba la noche, se conformaban con un serio juego de pujas. Naturalmente, durante el jolgorio se contaban chistes, se chasqueaban los dedos, se pateaban los pies y se reía mucho. Tía Tee dijo que ocurrió lo que ocurrió durante Todos los sábados de fiesta la sobresaltaban a ella y a sus amigas la primera vez que sucedía. Habían estado jugando a las cartas, y a la tía Integrated Reading and Writing 0375Laredo CollegeDiagnostic Writing Assignment
Tee, que acababa de ganar la puja, tuvo un puñado de triunfos. Sintió una brisa fresca en su espalda, se incorporó y se dio la vuelta. Sus empleadores habían abierto la puerta y la habían hecho señas. Tía Tee, un poco molesta, dejó sus cartas y se dirigió a la puerta. La pareja retrocedió y le pidió que entrara al salón, y allí ambos hablaron y se ganaron la simpatía de Tía Tee para siempre. "Theresa, no queremos molestarte ...", susurró el hombre, "pero parece que todos ustedes la estoy pasando tan bien ... "La mujer agregó:" Te escuchamos a ti y a tus amigos riendo todos los sábados por la noche, y nos gustaría verte. No queremos molestarte. Estaremos callados y solo veremos ". El hombre dijo:" Si simplemente dejas tu puerta entreabierta, tus amigos no necesitan saberlo. Nunca haremos un sonido ". La tía Tee dijo que no veía nada malo en estar de acuerdo, y lo habló con su compañía. Dijeron que estaba bien con ellos, pero fue triste que los empleadores fueran dueños de la casa elegante, la piscina, los tres carros y las innumerables palmeras, pero no tenían alegría. La tía Tee me dijo que la risa y la relajación habían abandonado la casa; estuvo de acuerdo en que era triste. Esa historia ha permanecido conmigo durante casi treinta años, y cuando un relato permanece fresco en mi mente, casi siempre contiene una lección que me beneficiará. Mis queridos niños, dibujo la imagen de una pareja adinerada de pie en un pasillo oscuro, mirando hacia una habitación iluminada donde los sirvientes negros alzaban sus voces con alegría y camaradería y me doy cuenta de que vivir bien es un arte que se puede desarrollar. Por supuesto, necesitará los talentos básicos sobre los cuales construir: son un amor por la vida y la capacidad de disfrutar mucho con las pequeñas ofrendas, una garantía de que el mundo no le debe nada y que todo regalo es exactamente eso, un regalo. Las personas que pueden diferir de usted en la postura política, la persuasión sexual y la herencia racial pueden ser una fuente de diversión, y si tiene suerte, pueden convertirse incluso en camaradas conviviales. Vivir como arte requiere estar dispuesto a perdonar. No quiero decir que debas sufrir tontos.