Notes

¿Qué puedo decirte?...
Sinceramente, ¿qué podría decirte?
Me mantengo callado, me mantengo callado porque sé que no hay nada para decir en donde pueda tener espacio a la razón. Solamente me queda indignarme, sentirme estúpido en silencio, arrepentirme de ser de cierta manera, de tener actitudes contigo que no te mereces.
"No me dejas tener amigas, cada que tengo una terminas por darme motivo para alejarme de ella." Si te he pedido que te apartes de ella, es meramente porque lo consideré justo. ¿La verdad? no soy rencoroso, y ella jamás me hizo nada a mí. De hecho, éramos colegas. Teníamos charlas increíbles, muchos gustos en común. Pero comprendí que te molestaba su presencia, y la saqué. La evité. Desde entonces hasta ahora, porque me la he encontrado más de una vez. Y aunque ya había pasado tiempo, si tú sabías que la seguía o la veías en mis mensajes, era un motivo para fruncir tu seño.
"Me molesta el simple hecho de que lo pensaste, de que lo sugeriste. Significa que eso es lo que querías." "Haz lo que quieras, tú sabrás lo que es correcto. Si eso te parece correcto, pues bueno. Tú sabrás." Muchas veces escuché estas palabras. Esta vez fue una ocasión perfecta para devolvértelas, y lo pensé. Iba a hacerlo por el mero hecho de que me molestó, sí, que después de todo lo que pasó, el enojo que tuviste, las veces que me cuestionaste por qué ella estaba entre mis seguidores o mis mensajes, pretendieras mantenerla. Como si nada. No me molestaba que le hablaras. Me molestaba que yo no pude, y tú estabas por darte el permiso. Que me frunciste las cejas antes por ello, y ahora fue tan fácil decidirlo. Lo iba a hacer por mera cuestión de justicia.
Pero me callé. Me silencié porque sabía que si se me ocurría decir algo, algún reclamo, algún comentario lo suficientemente provocativo para ti, me estaría condenando a mí mismo. Me condenaba a un: "no puedes estar para mí cuando lo necesito. Nunca me escuchas, siempre que me siento mal me tienes que joder más en lugar de ayudarme." Tenía el derecho, pero no lo hice. Tenía los motivos, mas me contuve. Tenía las armas necesarias para hacerte ver, por fin, las injusticias de las que siempre te hablo y tú no ves. Pero en tu terreno no hay por donde salir victorioso. Porque si hablo, soy el malo. Y si me callo, me atengo a las consecuencias. Me contuve para dejarte dormir en paz. Me callé otra injusticia más, porque si alzaba la voz ibas a encontrar la manera de hacerme quedar y sentir mal. Me ibas a culpar por no entenderte, me ibas a llamar dramático por decirte cosas que tú me has dicho más de una vez. Y si acaso lo llegabas a recordar, me ibas a llamar vengativo. Ibas a decir que soy "histérico" porque tú ves una escena de celos o un capricho y yo veo otra gota que derrama el vaso. Me ibas a apuntar con el dedo esperando una disculpa, disculpa que por dignidad no te pido ni pedí antes, disculpa que cada que no pronuncio, suma puntos a mi saco de mala persona. No puedo parar de permitirte tratarme de una manera que no merezco. No es cuestión de hoy, no es cuestión de ayer. No es cuestión de hace unos días. Es cuestión de una actitud que viene hace mucho tiempo y no se detiene. Ese poder tuyo de silenciarme sin siquiera obligarme a hacerlo directamente. Es simple y sencillamente que ya sé que me tengo que callar. Que ya sé que si me quejo va a ser peor, porque nunca hay buen momento para decirte las cosas. Porque me ha pasado que te pillo en calma y digo: es el momento perfecto. Y recibo caras, recibo monosílabos sarcásticos, recibo preguntas retóricas que me dejan implícito que, habiendo dicho poco y nada, vuelvo a ser el rufián.
Hoy me callé. Otra vez. No me queda más que dejar que la noche fluya. Que despiertes despejado. Que el sueño se lleve mi humillación y mi rabia, y ponerte una sonrisa mañana. Porque si no lo hago, la que me espera. No me queda más que aceptar lo que yo te he permitido y te sigo permitiendo, hasta que mi paciencia termine de agotarse. Si puedo citar una de tus frases, con esperanzas de que no me la destroces y la uses contra mí, diría: me estás perdiendo.

Esto no es para que lo respondas, porque quiero sentir que no he dicho nada. Que he callado. Quiero sentir que no sabes cómo me hace sentir cuando te comportas así. Quiero sentir que no sabes cuánto me arrepiento en momentos así, de ser tranquilo. De ser comprensivo, de ponerme en tus zapatos, cuánto me arrepiento de haber dejado pasar todas esas oportunidades que la vida me dio para enseñarte en carne propia todo lo que me hiciste sentir alguna vez ya que tú mismo dijiste que necesitabas vivir las cosas para entenderlas. Pero no lo hice, no quise hacerte sentir como yo me sentí. No quise hacerte sentir culpable con cosas que no fueron tu culpa, no quise hacerte sentir mal por situaciones que no estaban en tus manos. No quise apartarte de gente que quisiste integrar en tu vida a pesar de que me dolía. No quise, muchas veces, causar problema. Pude, y no quise. Esto no es para que lo respondas. Es para que lo leas, con suerte lo entiendas, y hagas algo antes de que lo nuestro se vuelva un: pude, y no quise más.