Notes

Ella, la que danza con gozo y con gloria, ella, la que sabe ver lo más hermoso en las constelaciones del cielo, ella, la que va buscando música por ahí y también disfruta la que la encuentra, ella, la que puede ser feliz con una simple hoja caída de un árbol, ella la que sabe reír y disfrutar de la lluvia, ella, la que no hace caso al no podrás, y se avienta a la aventura.

Ella, la chica del establo, aquella que pasa horas hablando con sus caballos, ella, la que conoce sus miradas y no tiene miedo del amor que ellos, van a mostrarles, ella, la chica que arde por dentro y quema como nadie, pero a la vez, se congela y detiene todo más que por instantes, ella, la que disfruta de su cabello rizado y se niega a cortarlo, ella, la que ama ver a sus personas felices, ella, la que sigue sólo tiene corazón para un solo hombre, ella, la que vive con misterios y secretos, ella, la que es un océano infinito, ella, la que es un enigma en un laberinto.

Ella, la que ama el cantar de los pájaros al amanecer, y es feliz en cuanto lo primero que ve, es a su cachorro despertar un día más, ella, la que es feliz en una mesa donde cantan el cumpleaños feliz, ella, que parece nacida en Cádiz, ella, la que escribe versos para no mostrarlos, y la que es sus manos, oculta poesía que no saldrá de sus labios, ella, la que se oculta en la biblioteca y no para de leer, aquella que en los libros, es capaz de encontrar eso que nunca nadie le ha dicho.

Ella, la que se plasma como Carrie Bradshaw, pero también como Jessica Parker, ella, la que cuida a sus libros como a sus propios zapatos y que al levantarse, estos le acompañan a una nueva mañana a por un café, ella, la que ama las canciones secretas que guarda en su playlist, ella, la que se esconde en la nieve porque no hay nada que la defina mejor, ella, la que sabe ver ángeles en plumas y mariposas, ella, la que sorprende cuando de ella, sale una carcajada, ella, la que sabe averiguar los secretos en las miradas.

Ella, la que comprende la tristeza de Van Gogh, pero ama cada palabra de Hemingway, ella, la que sabe leer entre líneas lo que Neruda y Cortázar, intentaban decir, ella, la que piensa que Francia es lo más cliché, pero sabe reconocer su magia, ella, la que se siente más atraída por la historia de la guerra, pero espera a que algún día la humanidad vuelva y encuentre la paz, ella, la que se pierde por horas entre algunos plumones, ella, la que oculta su esencia en cada una de sus fotos, ella, la que sabe que amaría tener estrellas de mar, pero las regresa a su hogar, ella, la que se emociona al comer comida mexicana y se divierte al ver las expresiones de extranjeros al probarla.

Ella, esa chica tan profunda como el océano, la de los ojos llenos de brillo, la que se oculta para llorar y en veinte minutos, vuelve a la normalidad, ella, la que es fría como el viento y peligrosa como el mar, ella, aquella caprichosa y vanidosa, que no deja de amar.

Eso es ella, la que regala su luz a los demás, pero también los envuelve en oscuridad, ella, la que se muestra como tal, la que ama sin cesar, la que se pierde y ama escuchar la historia de sus abuelos, ella, la que ama los clásicos de la música en inglés, ella, la que ama la melancolía de Elvis Presley, Leonardo Favio y José Luis Perales, aquella que regresa a su infancia con la música de Julio Iglesias y se vuelve una loca en cuanto en la radio, ponen a Abba.

Ella, la que se mezcla con la nieve y goza con la lluvia, ella, la que es tan feliz por ella misma, la que medita y ve el mundo al cerrar los ojos, ella, que tanto se ha equivocado, es feliz con sus imperfecciones, ella, la chica que jamás pensó ser la de hoy, ahora, es mejor de lo que imaginó, la que abraza sus sombras y demonios y les perdona, la que no tiene miedo a admitir, que es la gran persona.

Ella, la que se conecta con la música de Alborán y se desaparece con la de Sanz, ella, esa que danza en cuanto escucha el flamenco al ritmo de la guitarra de Paco de Lucía, ella, la que sabe ver arte allá a donde va, ella, la que ama su lengua, sus raíces, su nacionalidad, ella, la que es feliz en su país y siente orgullosa de ser parte de el, ella, la que cambia cada mes pero pasa por cada estación, ella... Simplemente ella, la que puede llevarte a la cueva más oscura o puede guiarte al sendero con la mayor luz.

Ella, la escritora pérdida que se deja llevar entre letras en francés, ella, la que se acerca a la orilla del mar sólo para recoger conchas y rocas blancas, ella, la que sólo escribe del amor, ella, esa mujer que es capaz de escribir lo que nadie nunca imaginó, ella, la que esconde sus escritos y los protege con doble llave en su alma, ella, la que imagina lo que su sacrificio traerá más adelante, ella, la que no se rinde, la que no tira la toalla, la que es feliz con su vida, la que sabe sanarse sí la dañan, ella, la que agradece de todo al comer, ella, la que de desespera al querer capturar fotos de mariposas o de colibrís, ella, la que baila con el sol y la luna, ella, la que no presta atención coloreando sus mandalas, ella, la que sabe ver lo hermoso del amanecer, ella, la que en el anochecer, abre su alma, ella la que escucha a su corazón, ella, la que no comprende a Dalí y a Piccaso, ella, la que después de todo, no ve ningún fracaso, ella, la que ama al mundo, a las plantas, a los bosques y animales, ella la que domina los cuatro elementos, ella, que te mira y te captura, que te sonríe y te pierde, ella, la que cuando menos lo ve venir, te cuenta la más hermosa historia de amor, ella, la que sin pensarlo, te habla desde su interior.