Notes

Exceso de equipaje

Yo no soy el que quería marcharse, pero no tuve más razones para quedarme. Nunca te diste cuenta cuantas veces te observe esperando encontrar una sola esperanza para no dejarte, para no irme, pero el amor se fue apagando como una tarde y dejamos de ser tan indispensables, entre mis guardias en el hospital y tus viajes nos fuimos alejando, poco a poco ese motivo que nos mantenía unidos dejaba de existir. El poco tiempo que pasábamos juntos estaba lleno de discusiones absurdas.

Tú no eres aquí la única culpable, jamás ibas a llegar amarme como yo lo hacía, y no podía obligarte hacerlo. Entre todo yo también tuve mucha culpa y me perdí por alguna parte ya no disfrutaba como antes, incluso cada encuentro se había vuelto tan monótono, nuestro orgullo mató a todas las palabras ya no hablábamos de nada, nos escondíamos, los secretos eran cada vez más presentes, tal vez para evitar más disgustos.Y así nos convertimos en un par de fantasmas, que medio hablaban, que medio estaban.

Me vi inmerso en un mar de dudas y perdí la brújula para regresar a ti, esa calma que tu ser le daba al mío o quizás esa imagen que había fabricado en mi intento de no ver tu indiferencia, no visualizar una verdad evidente “tú jamás me ibas a querer”

Entre una tormenta de reclamos, lágrimas, gritos estabas tú tan desinteresada en mis sentimientos, tan frívola al daño que me hacías. Se nos pasó la mano, yo por mentirme y oponerme a una realidad y tú por saber que podías destruirme y lo hiciste. Pero partiendo de esa premisa, no solo tú fuiste culpable, mucha culpa tuve yo por otorgarte ese poder.

Como un amuleto debajo del pecho me llevo tu nombre como protección, pero principalmente recuerda cuando aquella noche susurré a tu oído “nadie te ama, como yo lo hago”, y es claro porque cada individuo tiene una forma de hacerlo, es claro porque fuiste mi primer amor, aunque a ti nunca te intereso.

Te dejo esta historia de ciencia ficción, esta historia que se detiene y avanza y por momento es olvidada, fuiste lo más importante de mi corazón por la que hubiese nadado océanos. Quizás me llevo tu santa paz, Me llevo a la eterna niña que conocí detrás de un vestido color piel, me llevo tu desnudes, me llevo a esa niña de la que me enamoré, me llevo esa inocencia que hay en tu mirar.

EL amor es como una moneda al aire, una balanza que no tiene un equilibrio definido, hay historias eternas y otras fugaces no logramos llegar al final del viaje, por un exceso de equipaje.