Notes

Me despierto desorientada, me están llamado con cierta urgencia, me cuesta orientarme hasta que empiezo a recordar: estoy en lo de mis viejos, me acosté a dormir en la cama de mi hermano porque me vencía el sueño. Cuando logro abrir los ojos apenas, mi mamá me dice:
- Se está poniendo feo, papá dice que puede caer piedra y tenés el auto afuera. ¿Por qué no lo guardás?
Sé que lo hacen con la mejor voluntad de ayudarme, pero en mi estado de somnolencia, todo me resulta molesto. No me decido qué quiero hacer, ¿me voy ya mismo, o entro el auto? Creo que la mejor opción es irme, pero no logro conectar mis neuronas para tomar una decisión.
Finalmente, elijo la alternativa más fácil: entrar el auto al garaje. Después pensaré si me voy o me quedo.
Ultimamente las decisiones me están complicando bastante. Cambiar de trabajo es una de ellas. Todos los días la misma historia: vuelvo muy cansada a casa con la firme postura de empezar a buscar otro trabajo, pero a los dos días cambio de idea. Es que el corazón me pide quedarme, y ahí voy, persiguiendo amores imposibles, descuidando todo lo que ya tengo.
Otra de las decisiones importantes en mi vida tiene que ver con mi matrimonio. Es como una piedra en el zapato, que molesta todo el tiempo, pero no me animo a cambiar. La piedra molesta, pero la dejo ahí, lastimando levemente el pie, lascerando sin llegar a sangrar, pero obstruyendo los caminos de mi vida.