Notes

¿Hay muchas mujeres en el mundo, verdad? Y también muchas flores de diferentes colores y aromas, pero hubo algo en ella que me atrapó desde la primera vez que la vi. Un tipo de dolor callado y a la vez una resistencia incomprensible, como si en cada paso luchara por su vida con todas sus fuerzas. Como si en esa renuncia a hablar exigiera ser escuchada por los otros y en esa danza se mostrara su verdadera voz. Y pude escucharla con tanta claridad como con pocos he podido y ella me miró como se mira un milagro, sorprendida al descubrir de mi existencia a través de la música. Fue también gracias a mí que volvió a confiar en las personas y, paulatinamente, casi sin darse cuenta, las palabras volvieron a ella y fueron dirigidas en afectos hacia a mí. Como si esa muralla de hierro o ese estado de mujer petrificada, hubiera terminado por fin con nuestro encuentro inesperado. ¿Alguna vez ha visto a un muerto volver a la vida o a un ciego recuperar la vista? Tal fue mi sorpresa cuando la escuché por primera vez, que sentí un pinchazo en el corazón y un dolor inaudito al guardarse tanto dentro de ella. Tantos años, tanto tiempo, con ese claustro sin mostrar esa hermosa voz. Tengo más miedo de que no puedas ver lo maravillosa que eres, que no tienes que depender de alguien para que te diga que te quiere o que eres hermosa, que puedes ser cada día mejor, que cada día hay una nueva oportunidad, que las oportunidades uno mismo se las crea, que tú decides cómo invertir tu tiempo, a quién dejar entrar y a quién no, que puedes hacer miles de cosas, que te faltan muchas sensaciones por vivir, personas por conocer, cosas por descubrir y sentimientos por experimentar. Que nunca se deja de aprender y que existen presencias que se quedan en tu corazón para siempre. Que a lo que tu temes, a eso que llamas defectos, es lo que te hace ser quien eres y que algún día; alguien, en algún lado, en alguna parte del mundo, camina hacia a ti y no verá eso de la misma manera que tú, porque justamente esas cosas que no te gustan de ti, serán las que yo sabré apreciar de ti, porque no me fijara sólo en lo malo, sino en todas las cosas pequeñitas que te hacen ser quien eres en todo en su conjunto. Que eres tú quien hace un mural de sí misma y no los otros.
Te amo, te amo de una manera inexplicable,  de una forma inconfesable de un modo contradictorio.  Te amo,  con mis estados de ánimo que son muchos, 
y cambian de humor continuamente,  por lo que ya sabes,  el tiempo, la vida, la muerte.  Te amo con el mundo que no entiendo,  con la gente que no comprende,  con la ambivalencia de mi alma, con la incoherencia de mis actos, 
con la fatalidad del destino, con la conspiración del deseo, con la ambigüedad de los hechos… Aún cuando te digo que no Te amo, te amo,  hasta cuando te engaño, no te engaño,  en el fondo llevo acabo un plan,  para amarte mejor.  Pues aunque no lo creas mi piel extraña enormemente la ausencia de tu piel. Te amo,  sin reflexionar, inconscientemente,  irresponsablemente,  espontáneamente,  involuntariamente,
por instinto, por impulso, irracionalmente… En efecto no tengo argumentos lógicos, ni siquiera improvisados,  para fundamentar este amor,  que siento por ti,  que surgió misteriosamente de la nada,  que no ha resuelto mágicamente nada,  y que milagrosamente,  de a poco con poco y nada,  ha mejorado lo peor de mi. Te amo, con un cuerpo que no piensa,  con un corazón que no razona,  con una cabeza que no coordina.  Te amo,  incomprensiblemente,  sin preguntarme por qué te amo,  sin importarme por qué te amo, sin cuestionarme por qué te amo. Te amo sencillamente porque te amo…Yo mismo no sé porque te amo. 

Nadie en este mundo puede decir que tú y yo no somos el uno para el otro o es más, ni siquiera debemos estar juntos. Sin embargo; y yo me pregunto a diario: ¿Ellos saben lo que hemos pasado en dos años? ¿Ellos saben lo que es luchar por un amor que a pesar de la distancia dos almas se siguen extrañando y necesitando? Estoy seguro que no, porque ni ellos ni nadie sabrá lo que tú y yo sabemos, lo que hemos construido y lo que somos. Decir que te amo o eres el amor de mi vida, es muy pequeño para una mujer tan hermosa, valiente, directa como lo eres tú, pero lo que nadie sabe es que te amé desde la primera vez en que torpemente me acerqué a ti y dije: “Hola eres la elegida”, torpe e idiota sin saber que hacer. Nuestras charlas a media noche, nuestras peleas que por suerte ya sabemos lidiar. No sabía que hacer en ese momento cuando decidiste marchaste, ¿Qué hago?, me dije, ¿Por qué eres tan gruñona? No lo entiendo, y es que la respuesta es que te pareces a mí. Tengo tantos secretos guardados que podría contártelos con mucha confianza, porque sé quién eres. Eres una mujer preciosa, que vale absolutamente todo, te lo he dicho, y escribir para ti siempre será una de las cosas que amaré hasta el día de mi muerte, porque sé que cuando ya no esté a tu lado seguiré escribiéndote y cuidarte de todo y de cualquiera que intente decir o mentirte que te ama más que yo. Es falso, totalmente, porque ninguno en este centro de la tierra te amará como lo hago yo, con mis cambios de humores, con mi carácter, mi vocabulario pero te amo.